Partidos con las espadas en alto

24 mar 2017 / 11:49 H.

Cuando un vaso de agua se derrama, por más que se intente recuperar, nunca volverá todo el líquido elemento al recipiente; algo —o mucho— perderá en el camino. Eso mismo les puede ocurrir a los partidos, que afrontan una primavera política subida de temperatura, caldeada en el ambiente. Los procesos que se van a celebrar en clave interna para la designación de líderes implican tensar la cuerda —les guste o no—, con el peligro que conlleva. Se vive una realidad a dos velocidades: una, de cara a la galería, marcada por una falsa apariencia de juego limpio y deportividad; otra, soterrada, oculta, con presiones y compromisos de palabra cuyo pago se fija a medio plazo; abrazos postizos y puñaladas por la espalda en un baile en el que hay que andar con cuidado para no tropezar o llevarse el pisotón.

El día después se llenará de tópicos y frases manidas —“salimos fortalecidos”, “somos un partido unido y cohesionado”, “tenemos un líder fuerte”, entre otros—, pero lo cierto es que supone el inicio de la cuenta atrás para quienes se colocaron en el otro extremo de la cuerda. Y la discrepancia, se diga lo que se diga, se paga cara. La condena: el ostracismo.