Pensiones sin plazo fijo

03 mar 2018 / 11:14 H.

Los pensionistas son “trending topic” rapeando las verdades de la calle y ellos no lo saben. Arden las redes, una expresión que coge vuelo y que lo mismo sirve para un roto (una guerra) que para un descosido (consejos para las patas de gallo), aunque los expertos prefieran “viralizar” que tiene más fuste. No hay jerarquía en la inmediatez. La realidad con mando a distancia impera y la calle, en el amplio sentido del término, la tenemos olvidada, reducida a un espacio de tránsito entre compra y compra. Los pensionistas, sin embargo, persisten erre que erre con sus cuitas y paraguas en una mano y la bandera de la precariedad en otra se citan vía whatsapp. Están decididos a no ser atropellados en cada ceda el paso, que no se les venda una subida paupérrima que no es tal al comparar con el entorno que no es virtual: la cesta diaria, la factura de luz y agua... Son los guardianes de nuestro estado de bienestar y se han dado cuenta de la trampa del mal tabernero. El chato de vino es cada vez más escaso y, además, está aguado. Confiados en el trabajo realizado, esperaban que la buena madera de roble asentara el brebaje y dejara, al final, buen sabor de boca y, sin embargo, regusto agrio. En otros países de nuestro entorno, con mayor poder adquisitivo, los jubilados a los que no les alcanza la paga tienen “minijobs”, aquí, directamente, los tenemos pluriempleados, estresados en los hogares y sin paga de fin de semana. Les falta cotizar como autónomos porque su cartera de servicios es amplia y no entiende de horarios. Y es que la conciliación familiar en la España moderna era solo un tuit.

El director del Banco de España, Luis María Linde, sin embargo, ve el vaso medio lleno. Le salen las cuentas porque computa que como la mayoría de los yayos tienen casas en propiedad la pensión neta resultante no está mal. Podríamos hacer mofa con aquello de cuando un tonto coge la susodicha, pues eso, pero hablamos de gente seria y profesional a los que no se les puede dar gato por liebre. La crisis bancaria, los activos tóxicos, las salidas a bolsa como si salieran de despedida de soltero fue mera anécdota que pasara desapercibida para el Banco de España, que tiene una sede muy chula. Siendo cierto lo arraigado de la posesión de vivienda en España, mientras los recibos de la contribución no sean una nueva criptomoneda, conviene tener suelto para pagar los extras propios que supone vivir. Quizá en no muy lejano tiempo, una pensión digna entre la clase trabajadora será más difícil de ver que un lince entrado en años.

Está gafada la capital, un mal de ojo perenne del que es imposible zafarse. Pendientes de encarrilar el tranvía, el alcalde de Jaén, Javier Márquez, escudriñaba su peatonalización y vendía sus bondades en la puerta de la plaza, cuando a Cultura le da por pedir todos los papeles de cada una de las obras del “cambio”. Una yincana de nones que paraliza las obras en la Plaza del Pósito y luego en las casi finiquitadas de la Carrera de Jesús. En las del Pósito, el Ayuntamiento entre el hastío y pasemos de casilla, ni tan siquiera se plantea recurso. En un clima político de desconfianza en el que no se permite ni un soplo en la oreja, el trueno gordo que quedaba por llegar, sin embargo, deja a las partes en puente político. Se impone la mesura mientras los abogados interpretan la letra pequeña. Lo que tumba el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía es todo un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) con el efecto dominó que puede implicar en un buen número de grandes y no tanto obras en la capital. Causa sorpresa que no se ajuste a la legalidad un planteamiento que se ha macerado durante tanto tiempo. Ahora quizá haya que encomendarse al de 1996. Un guiño al pasado que no se sabe superar.