Personalismo y populismo

24 may 2017 / 11:40 H.

Ha saltado la sorpresa en las primarias del PSOE. Relativa sorpresa en la que se han dado la mano personalismo y populismo. Hablaba en el artículo de enero del año pasado de la deseabilidad legítima del político por el sillón, pero el afán de Pedro Sánchez, rolando al viento que mejor soplara para conseguirlo, ha ido más allá de todo límite. Solo tenía un recurso para volver a la remota posibilidad de ocupar el sillón presidencial: dividir, enfrentar a las bases contra el aparato del partido que lo había apartado por incoherente, asimilándolo al rival político. De nada han valido los avales de preclaros políticos socialistas con experiencia de gobierno y su denuncia del personalismo de Sánchez, que ha sabido jugar la baza infalible de la rabia y la impotencia de la militancia al dejar que gobernara el PP. Porque la militancia, desde el antagonismo atávico, obvia lo que sí se tenía en cuenta entre la mayoría de los dirigentes de PSOE, a saber: Primero, que la alarmante pérdida de votos en dos elecciones consecutivas se había debido en primer lugar a los casos de corrupción; los potenciales votantes del PSOE no son tan tolerantes con la corrupción de sus dirigentes como en el PP, al que por cierto, cuando despierten sus bases, porque no todos en el PP son millonarios, ya le pasarán factura; en segundo lugar, a la crisis que siempre azota al partido del gobierno, y más si no se supo anticipar y gestionar debidamente; y en tercer lugar, a la locura de Cataluña y las indecisiones que se perciben en los socialistas catalanes, que hicieron mudar el voto a lugares más seguros. Y segundo, que aunque doliera, en bien de la estabilidad institucional democrática era preferible abstenerse para no abocar a España a unas terceras elecciones, que les hubiera supuesto un mayor descalabro, y hacer una oposición sensata y con logros sociales palpables, como se viene haciendo, para recuperar la credibilidad. Para su interés, no obstante, le queda un largo camino a Sánchez, suturando primero heridas en el seno de su formación para que no se rompa la baraja y conjugando todo lo anterior para volver a ser el partido socialdemócrata que España necesita. Porque los que ponen gobierno no son los doscientos mil militantes sino los millones de votos que ha llegado a tener.