Piel de visón y cordero

01 feb 2016 / 09:32 H.

Pablo Iglesias ha pedido perdón, y su perdón es el mismo que el de cualquier hombre encantador, que de un modo refinado y elegante piropea a las damas haciendo gala de su irresistible galantería y que de paso coloca a la dama en una situación de débito, fuera de lugar, fuera de un espacio que no debe ocupar y en deuda de algo que no ha pedido, y a la dama no le queda más que aceptar y dar gracias. Hay muchos tipos de perdón, la misma palabra perdón puede ser una forma de agravio si se profiere un buen “perdone usted” con la altivez suficiente. Pero para perdonar hay que suponer el arrepentimiento del mal cometido o la ignorancia de que era tal mal. Pues yo creo que ni lo uno, ni lo otro, a mi parecer el perdón del señor Iglesias no va acompañado de suficiente arrepentimiento, sino más bien del miedo, el temblor del que sabe que puede ser castigado por su importante electorado feminista. Una vez más, la oscuridad y la ignorancia de la caverna del patriarcado hacen que las nuevas y brillantes mentes que allí habitan pasen por alto demasiadas señales, con el único fin de defender sus privilegios.