Por mi sillón

    24 sep 2023 / 09:37 H.
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    Únicamente un desahogado y aderezado con dosis insuperables de narcisismo es capaz de pasear radios y televisiones para llamar cambios de opinión a lo desde Adán se llaman mentiras. Hablo de Sánchez naturalmente. El último ejemplo mirando a los rascacielos neoyorquinos y afirmando sin rubor no entender como se pudo judicializar el conflicto catalán cuando era solamente un problema político. Vamos que aquello de la independencia declarada y los disturbios callejeros era un pequeño altercado de la normalidad más exquisita que reinaba en Cataluña a pesar de que su instigador tomó el olivo y oculto en un maletero huyó como un cobarde a vivir del presupuesto en Waterloo. Entonces, y hasta hace unos días, Sánchez y al menos once de sus ministros juraron en las siete lenguas españolas que lo traerían preso y lo pondrían a la sombra, jamás le darían el indulto, nunca admitirian que aquello fue sedición sino rebelión y que el dinero gastado de las arcas públicas fue una malversación en toda regla. Y para qué seguir. Un empate a ciento setenta y dos propicia que los siete votos del prófugo sean los que a Sánchez le sirven para seguir en su sillón.

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