Posmodernidad joven

18 mar 2018 / 11:46 H.

Recuerdo a aquel anciano jesuita, en sus clases, desgranar los tres consejos para no envejecer: leer, viajar y tratar con jóvenes. Llevo muchos años dedicado a la docencia y reconozco que cada vez el reto de educar es mayor, yo diría que, por cursos, aumentan las carencias y dificultades que nuestros adolescentes y jóvenes presentan. La causa principal es que la familia ya no es el eje esencial que transmite los valores, un mal entendido sentido democrático de que aquí todos somos iguales, cuando los padres son para los hijos pero los hijos no son para los padres. Hay que reconocer la influencia de los medios de comunicación que ha hecho mucho más incomunicados a los miembros de nuestras familias. Nuestros jóvenes crecen sin interiorizar los valores fundamentales sobre los que se asientan nuestra cultura y civilización greco-romana y cristiana. La búsqueda de la verdad en la postverdad, la autenticidad frente al postureo la bondad frente al buenismo... Ser joven es sinónimo de lucha, frescura, ideales, conquistas, sueños... A veces intuyo que muchos jóvenes se convierten en mayores sin haber crecido y apurado su ser joven. Necesitamos conectar con nuestros jóvenes, dedicarles tiempo. En la Iglesia ¿cuántos están enganchados en las cofradías y a las bandas? Y esto ¿no es una responsabilidad y un campo de trabajo para nosotros?