Presupuestos

15 may 2017 / 10:26 H.

Por fin, a mitad del año por el parón del pasado y tras superar vetos, se debaten los Presupuestos Generales del Estado; han debido pagar hogaño el peaje vasco, un más que razonable chorreón de euros de pasado y de futuro; y todavía falta por “comprar” a los canarios imprescindibles coadyuvantes. En el Estado como en cada casa la que no falla es la cuenta de la vieja: ver lo que entra en la bolsa y lo que sale; aquello —ingresos— hipotético, esto —gastos— cierto y comprometido, por lo que, se recaude o no, es muy difícil dejar de cumplirlo; por esa razón, si a los compromisos asumidos se suman las deudas del pasado, aviados vamos. Sin soberanía financiera —la máquina de hacer billetes— solo queda pagar impuestos —¡subir nunca!—, pero de un modo u otro nuestro paisano nos lo habrá de sacar como sea: Coca-Cola, licores, tabaco o usar el coche. Cualquier cosa menos reducir los gastos corrientes de órganos inútiles, asesores y gastos suntuarios de nuestro carísimo Estado de las Autonomías.