Provincianismo excluyente

21 oct 2018 / 11:15 H.

Apenas horas nos separan del acto de entrega del afamado premio Planeta de este año. En un arrebato de maleducado provincianismo excluyente, el Gobierno de la Generalitat de Cataluña no ha asistido a la concesión del más importante galardón literario en lengua española, celebrado para más afrenta en Barcelona. No parece que los gobernantes catalanes vean más allá de su apremiante ansia de confrontación con cualquier muestra, aun cultural, que escape de su visión cicatera de lo que debe ser el pensamiento único de sus seguidores. Un premio concedido a una novela escrita en la lengua de Cervantes —oficial en el Estado Español, aunque parece molestarles sobremanera reconocerlo— no merece, visto lo visto, su mera presencia ni, por supuesto, su apoyo. Si a ello unimos la nada desdeñable circunstancia de que la más poderosa editora del país, España, tuvo que desubicar su sede de territorio catalán debido a la inseguridad jurídica de la situación provocada por las sectarias actuaciones del independentismo, la jugada parece aún más clara ante nuestros ojos. Según las crónicas sí que hubo una representante del sector en el acto. Y tal parece que —cita literal— “dando codazos” para aparecer en la foto. Se trataba de la misma persona que en los años anteriores no acudió al premio Planeta porque “era cosa de la alta burguesía y de los enemigos del pueblo”. Se trata de la alcaldesa Colau presta a ocupar titulares cuando se aproximan elecciones. No parece, pues, que su afán sea cultural precisamente. Lástima que incluso en este campo de la literatura se insista en boicotear todo aquello que no comulga con la insensata “iluminación” secesionista. Nombres como Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán o Eduardo Mendoza, por citar solo algún ejemplo, parecen no existir para las élites independentistas ahogadas en su provincianismo barato y, repito, peligrosamente excluyente. Voces se escucharon en el funeral por la insigne Montserrat Caballé afeando que el oficio no se celebrara en catalán y, en abominable susurro, tildándola de traidora a la causa. Ella misma contaba con dolor cómo le echaron en cara ciertos gerifaltes de la Generalitat que se hubiese casado con un extranjero en lugar de perpetuar la regia estirpe catalana con alguien de la tierra. Su esposo era aragonés. Con eso queda explicado todo. ¿Nadie reflexionará ante estos desplantes? ¿Seguirá la venganza de Torra y los suyos esquilmando la cultura a la que tienen derecho los catalanes en su conjunto? Se les está sustrayendo la posibilidad de disfrutar del rico bagaje cultural castellano —español— para sumirlos en una pobreza lingüística que solo conlleva exclusión y aislamiento. ¿Hacia dónde lleva ese camino?