¿Qué queremos?

21 dic 2016 / 12:17 H.

Nuevamente el debate está en la calle. La educación ocupa y preocupa a toda la sociedad, desde políticos con sus iniciativas para derogar y promulgar leyes nuevas en fase de implantación, multinacionales que utilizan su fuerte impacto publicitario para influir en los deberes escolares, organizaciones estudiantiles que piden derogación de reválidas, asociaciones de AMPAS que se pronuncian sobre deberes o familias que cuestionan casi todo el sistema educativo, desde el peso de las mochilas hasta el calendario escolar, el currículo y, como no, la evaluación desde qué hay que evaluar hasta cómo y cuando hacerlo. El profesorado y resto de profesionales implicados en educación contemplamos y participamos en esta situación de inestabilidad que podría alargarse más de lo esperado. Por supuesto que la primera medida para arreglar los asuntos es el ser conscientes de que no nos gusta lo que hacemos, vemos o vivimos y lo cuestionamos en público o en privado. Buscamos soluciones basadas en experiencias propias o ajenas que, a veces, lejos de acercarnos a la solución nos podrían alejar de ella. Y es que la experiencia acumulada, o sea mirar al pasado, podría llevarnos a soluciones obsoletas que fueron muy útiles en un momento determinado, pero que en este mundo cambiante en el que el futuro inmediato está por descubrir, no nos sirven para nada. Qué y cómo enseñar o como enseñar a aprender, así como qué evaluar y para qué, son dos de los grandes retos a cambiar porque lo pasado choca en muchos casos con las demandas actuales.

La sociedad del conocimiento, accesible para todos en tiempo real precisa que los ciudadanos y ciudadanas que formamos, además de ese conocimiento acumulado que tradicionalmente se ha transmitido, desarrolle una serie de competencias básicas que le permitan aplicarlo en cualquier tipo de contextos en los que se desenvuelvan. Y esto, tan básico debe solucionarlo el sistema educativo contando con la inestimable colaboración de la comunidad educativa que de una vez por todas ha de evolucionar hacia otro modelo educativo y de evaluación del mismo.

Mirar hacia fuera nos ayuda a ampliar nuestro horizonte pero deberíamos empezar a entender que soluciones perfectamente válidas en otros entornos como Finlandia, no son exportables a sociedades como la nuestra en la que basta echar una mirada para comprender que lo que es normal para nosotros, podría ser bastante rarito para los demás. El ejemplo lo dejo para el lector.