Qué
queremos ser

23 ene 2018 / 09:02 H.

La lectura de los clásicos es intemporal. Por esta cualidad, entre otras, lo son y los perfiles que encontramos en sus personajes son reconocibles a través de los tiempos, de las generaciones, de lo antiguo o lo moderno. Sobrecoge, incluso, el observar cómo detrás de distintos ropajes o escenarios nos encontramos con la envidia, la traición, la mentira, aunque también con la bondad, la lealtad y la honradez, por fortuna. En la realidad de lo cotidiano, sin embargo, rara vez se encuentran estos personajes puros porque, en cada uno de nosotros pueden anidar todas estas pasiones. Pero sí es cierto que todos conocemos a otros (siempre son otros si se trata de malas pasiones) cuyo ideario de vida es el amor a la naturaleza, a la sabiduría, al orden, al equilibrio; o a la posesión de las cosas, a obtener —y mantener poder, de cualquier tipo, el que sea—, o a ganar dinero a toda costa, o coste. Sobre el efecto negativo de esto último también conocemos todos algo. Y es difícil avanzar en el control de todo lo indeseable que nos puede dominar, cuando comenzando el tercer milenio estamos casi en las mismas. Decidamos, gracias a nuestro libre albedrío, qué personaje queremos representar.