Recibo de la luz II

23 mar 2017 / 11:46 H.

Transcurría el mes de enero de este año, o sea, hace un trimestre, cuando la alarma social saltó por una subida del precio de la luz que resultaba escandalosa. Claro, había que sumarlo al abuso sistemático del que veníamos siendo objeto desde que se cedió el sector energético a la explotación privada, que según nos contaron en su día, serviría para “liberalizar el mercado, estimular la competencia y bajar los precios”. ¿Ha visto alguien en estos últimos veinte años un descenso del precio? Esa fue la primera gran tomadura de pelo. Con la algarabía mediática que se organizó, hasta yo me enteré de algunas cosas, por ejemplo: Que el precio de este producto de primera necesidad procede de unas subastas en las que se escoge para fijarlo, el coste del kilovatio más caro que se produce a diario; y que en la composición del precio, tiene más importancia la potencia contratada (un 70%), que el consumo real. Es por tanto una estructura basada en la desinformación, el oscurantismo y la irracionalidad. ¿Alguien podría decir qué sentido tiene esto, sino es la búsqueda de beneficio económico a ultranza con un bien de primera necesidad? Esto desde luego parece otra tomadura de pelo. Se habló de pobreza energética, de abusos, de falta de intervención, incluso se llegó a afirmar que existía aquí, en España la “muerte por pobreza energética”. Desde esta alarma social que se provocó, asistimos a una sobreactuación política desmedida. Nuestros representantes se pusieron “mano a la obra”, unos para justificar y otros para denunciar a los que justificaban. Desde el Gobierno se hicieron declaraciones, se citaron reuniones y se habló de medidas para atajar la situación; desde la oposición se clamó por una comisión parlamentaria para establecer un nuevo sistema de precios. Todos hablaron de un pacto global por la energía, que parece estar en la mayor parte de los programas de los partidos políticos. Se nos dijo algo que parece una iluminación: “El precio bajará pronto porque se espera lluvia”, lo cual tiene algo de cierto puesto que el kilovatio hidráulico —dicen— es el más barato de producir, pero remitir esto a que lo solucione la lluvia, parece un recurso casi medieval. ¿Podría ser esta otra tomadura de pelo? La cuestión es que hay que preguntarse dónde están esas medidas que se han prometido, dónde esos pactos, cuales son las razones de las empresas eléctricas, qué ocurre con todas las opiniones de expertos, los informes, “las puertas giratorias”. ¿Hay alguien de verdad dispuesto a solucionar de una vez y para mucho tiempo esta sinrazón? La cuestión se fue apagando poco a poco, otros asuntos de “mayor calado” ocupan las informaciones, y los asuntos y problemas de esta índole siguen ahí. El invierno volverá. Nos dieron un master gratuito sobre el precio de la luz y la composición de este en el recibo, de manera que con esta capacitación me atreví a realizar un ejercicio de tipo casero, y créanme que lo que digo es cierto:

Consumiendo menos kilovatios en el mismo periodo este año que en el año anterior, el recibo de la luz se ha incrementado por encima de un diez por ciento. ¿No les parece otra tomadura de pelo? El IPC, ha subido un 3%, las pensiones un 0,25%, los salarios han descendido un 0,2% y la precarización en el empleo se extiende, los trabajadores se empobrecen, el paro sigue siendo alarmante. ¿Podemos hablar de desesperanza e indignación?