Recuerdan aquel que dice

01 abr 2017 / 10:34 H.

De vueltas con ese chiste, repito la misma carcajada que solté cuando lo oí por enésima vez: una risa vertical que casi vomito, por agarrarme el final de lo que ya sabía. Era sobre la importancia que tienen las cosas graciosas según el gesto del brazo que diga. Y hablaba de César Strawberry, de Guillermo Zapata, de gitanos, de léperos, y también de Cassandra. De nuevo la libertad de expresión se ríe frente al espejo, y la multan por descarada. En este país subir los escalones de espaldas es la mejor manera de avanzar, así si tropiezas hacia el precipicio al menos lo ves venir. Empeñados en no dar media vuelta se juzga al oído, al estómago y a la risa que van por delante de lo que pueda pasar. Le reíamos a Gila sus chistes antibelicistas y a veces machistas, no nos insultaba Eugenio cuando se reía de los andaluces, ni Tip y Col si no hablaban del gobierno, nos daba igual el travestismo de Martes y trece, y no nos molestan los andares de Chiquito de la Calzada. Sin embargo a Cassandra le han tocado tiempos peores. Parece gracioso, pero no tiene gracia que te quieran mandar al talego por un chiste cualquiera.