Retrato de condiciones de vida
El INE acaba de mostrarnos esta semana un buen retrato de nuestra realidad social en su encuesta de condiciones de vida. Este retrato se hace siguiendo una metodología común en la Unión Europea llamada AROPE, que es un indicador que nos mide el riesgo de pobreza y exclusión social y también, de manera relativa, los índices de desigualdad. Todo esto se hace computando nuestros ingresos, el empleo, lo que comemos, nuestros gastos, lo que tenemos y lo que no podemos tener, etcétera. Por eso es probablemente la radiografía más realista para saber como estamos. Lo que nos dice este estudio es que el 28,6% de la población española está en situación de riesgo de pobreza o exclusión social. Los datos son realmente preocupantes, no sólo por ese dato global, que es demasiado elevado como para poder hablar ya de una sociedad del bienestar. Es grave, porque empezamos a consolidar una sociedad dual formada por una ciudadanía privilegiada formada por la élite y trabajadores cualificados con salarios medios y altos y una mayoría cada vez más grande de personas, la mayoría trabajadores y trabajadoras pobres, que apenas pueden aspirar a trabajar y sobrevivir. Hay dos datos, además, que deberían saltar las alarmas; uno, que más del 6% de la población sufre privaciones severas, como por ejemplo comer carne una vez a la semana, y otro, que la tasa de pobreza crece entre los mayores de 65 años. Precisamente, la tasa de pobreza de los mayores había sido corregida en la etapa de gobierno Zapatero, cuando por primera vez logramos sacar a este colectivo de la exclusión social. Ello se consiguió básicamente por el impacto del aumento de las pensiones mínimas, que llegaron a subir más de 100 euros mensuales y a la ley de la dependencia y el complemento de rentas que supuso esta prestación para muchos mayores. Tras 4 años volvemos al estadio anterior y vuelve a ser un colectivo vulnerable y pobre. Todo esto nos debería hacer reflexionar —y es buen momento porque estamos de nuevo en precampaña electoral—, hacia qué modelo social tenemos que transitar y cuáles son las políticas públicas que necesitamos. Desde luego, es urgente que frente al discurso agorero sobre las pensiones, nos pongamos a trabajar sobre un modelo fuerte de seguridad social que responda a las cotizaciones y prestaciones que necesitamos para mejorar el actual retrato social.