Santa Rita y las causas imposibles

25 nov 2018 / 12:09 H.

Cada 22 de mes una pequeña y silenciosa manifestación de gentes sube al Jaén de arriba, camino de encontrarse con algún arreglo espiritual a su vida. Así llueva o truene, caigan chuzos de punta o la tarde sea esplendorosa de sofoco, no hay desánimo, todo lo contrario, la fe se hace inquebrantable cuando algún fenómeno de la Naturaleza trata de impedir el encuentro. Encuentro silencioso y pleno a una venerada imagen, la de Santa Rita, en La Magdalena, que es del pueblo y sigue en el pueblo, pese a la marcha de las monjas de Santa Úrsula. El “señor Jota” se encuentra absorto con esta inmemorial cita que nunca cuentan las crónicas del Jaén que cree que en Jaén solo pasa lo que les pasa a los políticos. Casi poseído por una luz cegadora que le adentra en los campos de la convicción pura, se encomienda con Santa Rita a la causa imposible de esta tierra.

Al “señor Jota”, a quien los poemas del ‘pueblo unido, jamás será vencido’ del chileno Sergio Ortega cantados por Víctor Jara le suenan celestiales, la historia de Santa Rita y Jaén le parece un monumento a la vida y al camino espiritual de los pueblos. Cuando las monjitas de Santa Úrsula, las hermanas agustinas recoletas, se fueron de allí por falta de vocaciones, el clamor del barrio, ese que impregna casas y calles y no sale en los periódicos, dejó bien clara una cosa: Podían llevarse el Convento entero, pero Santa Rita se quedaba, tanto que echaron el candado y tuvieron que devolver su preciado manto tiempo después. Se quedó, la nomenclatura eclesiástica sí que entiende de dichos populares con manos en jarras. ¡Qué determinación, qué sostenimiento de un fin, qué manera de perseverar en una causa justa! Para el “señor Jota” es un verdadero milagro la devoción a la santa de los imposibles, ojalá fuese común en otros campos y Jaén entera no fuese una causa perdida. Está clarísimo, esto es síntoma de fervor y entrega de pueblo, sin más; devoción llana y popular, sencilla y directa, sin bailes ni alharacas, sin medallas, ni bastones de mando, ni estrambotes vacuos. Si cada día 22 de cada mes del año, es grande la procesión silenciosa que del Jaén de abajo sube y comparte alma con sus devotos de La Magdalena, el órdago es sostenido en el tiempo. Si, de paso, le pedimos algún imposible y nos lo concede, es que Santa Rita es mucha Santa Rita. Las rosas y los higos son sus símbolos y a esa bucólica estampa se entrega entusiasmado el “señor Jota” para repartir higos chumbos y espinas a quienes nos lastran y nos emponzoñan... “Porque vivir se ha puesto al rojo vivo./ (siempre la sangre, oh Dios, fue colorada./ Digo vivir, vivir como si nada/ hubiese de quedar de lo que escribo./ Porque escribir es viento fugitivo,/y publicar, columna arrinconada./Digo vivir, vivir a pulso, airadamente morir, citar desde el estribo”. Al igual que el poeta Blas de Otero pido la palabra y la paz y escribo en defensa del reino del hombre y su justicia.