Saturno se zampa a sus hijos

27 ene 2018 / 11:40 H.

Se avecina un largo y crudo invierno político. Arrancaba la semana con una pretendida “fotografía del deshielo” entre Pedro Sánchez y Susana Díaz en territorio andaluz. Una relación sin magia, por más que saltaran chispas entre ellos, y en la que todo es protocolariamente imperfecto. “Esa foto será para Frozen, aquí normalmente la temperatura no es tan baja”, dijo con pretendida calidez la presidenta andaluza para intentar dar normalidad a una relación a la que se le imponen los arrumacos orgánicos de agenda. El secretario general de los socialistas atraviesa la gélida estepa en busca de sitio y tribunas para construir un discurso propio, aunque en el camino se contradiga a sí mismo y avale hoy posturas de la gestora de ayer.

En el PP andaluz el viento petrifica, su líder Juanma Moreno parece no querer ejercer como tal o quizá se encomendó en la resolución de la crisis jiennense a la divina providencia mariana. En Frozen se sabe desde el principio de la película quién tiene poder mágico para generar frío, un don y una maldición, en la Ejecutiva Regional Popular prefieren no saber quién vive en el Palacio de Hielo, aunque el partido en Jaén sea un iceberg a la deriva, con crujidos subacuáticos y piezas que se desprenden del glaciar.

La ruptura definitiva entre la corriente oficial del PP y ese “Jaén Adelante”, frenado en seco, deja estampas de desamor coplero: “indignidad”, relación “fraudulenta”, “humillante” y el colofón tonadillero de que te “vaya bien”. A Miguel Moreno, líder de la corriente “indie”, alcalde muy votado en Porcuna, y cara de un PP centrado y rural, las intrigas de palacio le dejaron en tierra de nadie por su anhelo de democratizar un partido que tenía grabado en mármol cómo elige a sus sucesores. Goliat, en este caso, esquivó la piedra de David. La fe conjunta de un amplio sector provincial de alcaldes frente a los designios de San Clemente no fue suficiente y el ardor guerrero, sin ahorrar en escaramuzas, tuvo efecto bumerán. Una pedrada sin piedad para la disidencia. Este Moreno no será el líder de ese PP provincial, tan huérfano de estímulos, quien modele el partido, lo “democratice”. Junto a él, otros históricos dan un paso atrás en lo que es de facto un cisma de proporciones bíblicas para el partido. Las migajas de cargos y una supuesta integración no fueron suficientes para doblegar a quienes se sentían estafados con un congreso cerrado en falso. El presidente provincial del PP, Juan Diego Requena, sostiene que el porcunense fue “prisionero de sus propios plazos”, aunque tendrá que reconocerle que mantuvo su palabra hasta el final y él, ahora, lleva un timón de una nave que hace aguas. Que un partido que pretende ser alternativa al PSOE en la provincia y conseguir esa Diputación Provincial que tanto se le resiste, se haya permitido esta sangría sin que desde Sevilla hayan sido capaces de cerrar un acuerdo malo para todos, es sintomático. Que alcaldes, de momento, como el de Aldeaquemada, Manuel Fernández, o el de Cárcheles, Enrique Puñal, que solo han ganado elecciones para el partido, sin pretender estar ni en quinielas ni optar a cargos, se vayan por la puerta de atrás es un síntoma de fragilidad enorme. A Saturno, su hermano Titán le concedió el privilegio de reinar en su lugar, pero con una condición expresa: no debía criar hijos. Y merced a ese pacto de sangre, cuando los tuvo, los devoraba. A este PP de hoy parece que le sobran alcaldes gobernantes y está dispuesto a zampárselos.

Como coda el último berrinche a cuenta del tranvía. El alcalde Javier Márquez se baja en marcha de la negociación en un cruzado a la cara de los jiennenses, no a la Junta de Andalucía. Si es cálculo electoral o ardid negociador, algún sabio popular debería cuantificar lo enojada que puede estar la ciudadanía con tanto vaivén. Son siete años de condena. Y ese es el Jaén que deja frío.