Se nos va el tren dejando andenes vacíos

26 jun 2017 / 10:52 H.

Ha pasado, en silencio, de puntillas, como casi todas las cosas negativas que ocurren aquí. Desapercibido cuando aconteció, solo Diario JAÉN se hizo eco de la efeméride, pero de gran trascendencia socio económica. Hace ya más de dos años, Renfe, con la aquiescencia del Ministerio de Fomento, decidió que Jaén y Granada dejaban de conectarse por tren. Rompieron la vena que unió dos corazones durante más de un siglo. Para los profanos, resaltar que no fue por falta de vía, existe y está en servicio, sino por una decisión unilateral de mero desprecio a dos territorios que siempre han sido hermanos. A ese escarnio se suma la pretensión de hacer seductor en Granada un Ave que no les llega, negando toda alternativa de unión hacia el centro peninsular con trenes convencionales. Suprimieron Talgo, Media Distancia y el Tren nocturno a Barcelona.

Se castigaba a dos provincias, eso lo saben bien los dirigentes políticos y empresariales que actuaron de facto, con alevosía y nocturnidad; no contaron ni con instituciones provinciales, mucho menos con el tejido social. En Jaén deberíamos estar de duelo, nuestro luto dura ya dos años. Lo que pasa en el tramo Moreda a Linares Baeza no es más que la punta del iceberg de una nefasta y lesiva política ferroviaria para el mar de olivos. Para entender que ocurre tendríamos que irnos hasta los albores de la Democracia, allá por los años 80, cuando el Gobierno del PSOE puso sobre la mesa la infumable LOTT, Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres, verdadero germen del desmantelamiento ferroviario, la nula inversión tenía como pretensión última la inviabilidad de nuestras líneas. Tuvimos que soportar el cierre de la Línea que articulaba el interior de Andalucía, sobre todo las provincias de Jaén y Córdoba. Se nos arrebató la llamada Vía del Aceite. A partir de ese momento llegó el turno a la vaselina, la quehubimos de utilizar para soportar sin demasiado dolor las embestidas gubernamentales para que el tren en Jaén fuese testimonial. Llegaron los fastos de 1992 y la obsesión porque llegase el AVE a Sevilla; esto terminó por eliminar toda alternativa de comunicación por tren que pasase por el Santo Reino. Sevilla y Córdoba tuvieron AVE pero nadie articuló alternativas para Andalucía Oriental, ni mejoras, ni modernizaciones, y lo peor, ni trenes. Podíamos hablar largo y tendido de aquélla época pero abrir heridas ya no vale, lo único que se conseguiría es el negacionismo del PSOE actual, y ello no conduce a nada. Ahora se trata de sumar a todo aquel que quiera unirse a la justa reivindicación del PP ha ignorado este medio de transporte, el ferrocarril convencional, así como a Jaén. Parte de esa actitud deriva de la nula contestación ciudadana y por qué no decirlo, de los grupos políticos, asociaciones sociales y, sobre todo, empresariales.

Al PP parece importarle poco detraernos inversiones para contentar a otros. Parte de la base que no saldremos a tomar las calles y que los políticos de otro color, incluso el tejido empresarial, no presionaran, ni en las Instituciones ni entre bambalinas. Así, un trocito de lo que no corresponde, al que habría que sumar un gran trozo de lo que nos quitaron durante décadas, se marcha a otras latitudes. Montoro, natural de Jaén, necesita tener Presupuesto y los apoyos le vienen de otras circunscripciones. Como muestra, un botón: si admitimos como válida una inversión de tres millones doscientos mil euros en os presupuestos de este año, si aceptamos eso, es que no tenemos siquiera dignidad, como diría mi abuelo: “Es para decirle que se los meta en los huevos”. Llevamos años aguantando obras paradas, Linares Baeza a Casas de Torrubia y Las Infantas a Jaén, son claro ejemplo de ello. Cosas que se empiezan para callar bocas y que se dilatan en el tiempo, cuando no se frenan en seco. Y en Jaén, tan contentos. Aquí hacemos de los silencios aceptación y sumisión, parecemos, las más de las veces, esclavos con el rol del siervo asumido. Por mucho que el alcalde de Jaén venga ahora a templar gaitas con una estación Intermodal, que parece más un esfuerzo de poner en valor unos terrenos que una propuesta acertada para los usuarios. Al PP, el tren y Jaén, le importan lo mismo, o sea, nada. Nuestro tren languidece, y muchos lo echaron de menos cuando no exista. Todos pasan por alto que ferrocarril y desarrollo van de la mano, allá donde existe un buen maridaje de trenes y territorio, el desarrollo es mayor y más sostenible. Quizá estemos abocados a ver qué ocurre como con el tranvía capitalino; puede que en las tertulias de bar pongamos a parir estas decisiones, pero créanme, nada cambiará si nosotros, los jiennenses, no cambiamos.

En este aniversario de la separación forzada, camino ya de un divorcio total, entre las hermanas de Jaén y Granada, pronto será también Almería, debemos reflexionar y decidir. Ha llegado el momento de forzar al PP, que gobierna en Madrid, al PSOE, que lo hace en Sevilla, y al resto de partidos, que se pongan a trabajar por quienes le pusieron ahí; que olviden sus obediencias debidas, sus pleitesías y luchen por los dueños y señores de los sueldos que reciben. Sumemos y no restemos, adicionar a sindicatos y tejido social para que el futuro que se haga sea el que nos corresponde y no permitir que nos conviertan en un mero granero de votos al que se recurre cada cuatro años. Doblan las campanas porque se han enmudecido los silbatos de las locomotoras, hagamos que esta sea la última misa de réquiem.