Siempre a la verita tuya

27 nov 2017 / 09:49 H.

Siempre está a su lado, a su vera, a la verita suya, como la canción de la faraona. No hay fotografía datada en Jaén en la que no aparezca entre los militantes de rango y abolengo seguidores acérrimos de Miguel Moreno. El alcalde de Porcuna, en su recto camino hacia la consecución de un objetivo cada más utópico, consiguió rodearse de afiliados de la provincia sin dejar a un lado la capital. Recabó el apoyo de destacados representantes del Partido Popular más del ayer que del hoy, entre los que continúan el exalcalde Miguel Sánchez de Alcázar, los exconcejales Cristina Nestares, Josefa Martos, Marina Paterna y el actual parlamentario Miguel Ángel García Anguita. Y él. Su nombre es Pedro Liébanas Moreno, un trabajador prejubilado de Fomento de Construcciones y Contratas, FCC, que se asoció a la segunda fuerza política de la provincia en los años de Alianza Popular.

Conocido en el mundo del asociacionismo, vela por los vecinos de Las Protegidas desde que tiene uso de razón. Pertenece a la asociación San Eufrasio y, aunque no es la cabeza visible del colectivo, asegura que es él, y nada más que él, quien mueve los hilos para que el Ayuntamiento fije su mirada en un entorno en el que quedan muchas cosas por hacer. Fue en las pasadas elecciones municipales cuando estaba en la hoja de ruta para formar parte activa de una candidatura que, aunque con minoría, consiguió hacerse con el poder municipal. José Enrique Fernández de Moya, quien concurrió a las urnas para ser alcalde por segunda vez, llamó a su puerta para que se convirtiera en uno de los suyos. Pedro Liébanas aceptó encantado. Sin embargo, eso de que apareciera su nombre en el puesto número veintidós no resultó de su agrado. Fue justo en ese momento cuando empezaron los tiras y aflojas con el entonces presidente provincial del Partido Popular.

Miguel Moreno le sirvió en bandeja su derecho al pataleo. El alcalde de Porcuna encabezó una corriente crítica con su propio partido para intentar cambiar el rumbo de los acontecimientos, apostar por la democratización interna y dar protagonismo al mundo rural. Fue un año antes de que se convocaran las elecciones primarias para elegir al nuevo presidente. Desde el primer momento Pedro Liébanas estuvo con él y, en un trazado repleto de baches y piedras como catedrales de grandes, continúa a su verita, a la verita suya. Otros descarrilaron, se perdieron en el camino y optaron por elegir la vía alternativa, la de la oficialidad, la que goza del calor de hogar de la calle San Clemente, al amparo del alcalde de Santisteban del Puerto y compañía. Y unos pocos más están que no saben todavía en qué senda se encuentran, porque quieren y no pueden o porque pueden y no quieren.

La batalla, en cualquier caso, continúa. Hoy mismo, Pedro Liébanas y los suyos tienen prevista una reunión en un conocido hotel de la ciudad para fijar una estrategia común de apoyo al alcalde de Porcuna. No están de acuerdo con la sucesión de historias en esta guerra abierta entre Miguel Moreno y Juan Diego Requena. Por ejemplo. Los expedientes disciplinarios los traen por otro camino, el de la amargura. Hay tres, por el momento, con resolución definitiva: Joaquín Fernández, de Vilches, seis años de suspensión de militancia; Sandra Santiago, de Porcuna, seis meses, y Fernando Mellina, de Orcera, cuatro años. Y otros tantos que quedan por llegar. Su intención es que el abanico no se encasquille, que se abra para todos, incluidos los altos cargos llamados, precisamente, a dar ejemplo. Aquí ya nadie se anda con chiquitas. Los trapos sucios dejaron, hace tiempo, de lavarse dentro de casa.