Siempre Federico

10 mar 2018 / 11:36 H.

La voz de Federico García Lorca sigue viva. A Federico lo asesinaron en 1936, pero nunca se ha ido, siempre ha estado aquí. El dramaturgo jiennense Alberto Conejero acaba de publicar en la editorial Cátedra los dos actos que Lorca dejó sin escribir de su obra teatral ‘Comedia sin título’. Federico sólo llegó a escribir, antes de su muerte, un acto, el primero, vanguardista, hermoso, poético, de una obra que consistía en una colosal reflexión sobre la revolución y el teatro. Ahora, con el título de ‘El sueño de la vida’, Alberto Conejero ha concluido esa obra con puño firme y delicado, en una extraordinaria iniciativa de amor a Lorca, al que siempre ha tenido como referente y ha cogido música e inspiración para sus escritos. “Mi obra está muy imantada por la de Federico”, ha dicho Conejero en alguna ocasión.

“El sueño de la vida” está lleno de Lorca: de frases de sus obras, de reflexiones sacadas de entrevistas que le formularon en su día. Pero no hay —al menos no se percibe así— un trabajo documental por parte de Conejero, sino que “El sueño de la vida” fluye de frases guardadas en la memoria, con una escritura fluida, siendo Lorca sin ser Lorca. El resultado, ya está dicho, ha sido extraordinario.

Alberto Conejero, como Lorca, considera que el creador debe mantener una distancia prudencial hacia lo político. No estar demasiado cerca de la política —porque sería devorado— ni excesivamente lejos —porque su esfuerzo resultaría inútil—. Y nos viene a decir Conejero en la obra que las revoluciones pueden tener una grieta oscura por la que se cuela el fascismo. En “El sueño de la vida” lo representa el siniestro personaje de El Criado, que exclama: “Yo sólo creo en la clorofila de las mujeres rubias y en la muerte”. Y más adelante: “Yo he trabajado en el teatro por pura necesidad, pero lo detesto, lo detesto. Siempre tuve asco por los telones y la escayola”. Muy distinto al sensacional personaje del Autor, que dice: “Yo espero para el teatro la llegada de la luz desde arriba, desde el paraíso”. Se trata de una obra con un final emocionante y con numerosos momentos conmovedores, porque Alberto Conejero siempre ha creído en la emoción en el arte como algo impulsor de la idea, como algo que mueve la a la idea.

Y en un contexto muy diferente, Francisco Ortuño, que fue director del CAT, ha estrenado en el teatro Fernán Gómez, de Madrid, ‘¡Oh Cuba!’, un espectáculo musical sobre la estancia en 1930 durante tres meses de Federico en la isla. La función mezcla ritmos andaluces y cubanos, e incluye poemas inéditos, alguno escrito en una servilleta, de esa estancia lúdica, feliz y desparramada que Lorca tuvo en Cuba, donde fue a pronunciar una conferencia y con la idea de permanecer allí únicamente una semana, pero se quedó mucho más tiempo. Loles León encarna El Duende de Federico, vestida completamente de blanco, y canta, baila y recita. “Nunca se canta en Andalucía para divertirse, sino para volar”, dirá El Duende. Y cuando la rodean unos bailarines: “Mil rayos, mil, con las mejillas teñidas de rosa, como si tuvieran 50 grados de fiebre”. Y aquí está Federico. Permanentemente. Pudieron con el hombre. Pero no con su palabra. Dejó una obra sublime e inmortal. Un personaje de “El sueño de la vida” exclama: “La pólvora mata la poesía”. No lo consiguieron. La poesía de Lorca suena ahora más que nunca. Siempre Federico.