Sin izquierda

En plena resaca de elecciones municipales, y con el voto en contra, el presidente anuncia elecciones generales en julio, ambos elementos son, causa-efecto, un intento desesperado de marcar un intento de relaciones dentro de la política: denunciar el pacto entre PP y Vox y rearticular a los partidos de su izquierda para que en su caso se genere un voto que le sería necesario para gobernar. Pero aquí ocurre algo que no tenemos en cuenta: la izquierda es un ejercicio romántico, individual y residual que afirmativamente se puede decir está desaparecido. No sólo porque el discurso social que mantenía no tiene hoy creyentes, sino porque sus bases ideológicas, fundadas en la constante reactualización del marxismo, no tiene hoy el menor predicamento. Además, no hay ni masa social, ni medio de comunicación que les dé el más mínimo cuartelillo. Si a esto le sumamos la falta de un verdadero liderazgo y que los nuevos dirigentes tienden más a un espacio beligerante con la extrema derecha que a centrarse en la política real, el panorama no puede ser más desolador. Eso sin contar que somos un país conservador, que el voto de derechas es fiel hasta el cansancio (diría que hasta la mentira), que el PSOE no tiene un rumbo claro y que lo social es una preocupación menor. Pero regresando al anuncio del presidente: nada se puede hacer con lo que no existe.