Sin medida

13 jun 2016 / 12:03 H.

Últimamente me acuerdo mucho de don Ramón Gutiérrez; un querido profesor, y sin embargo maestro, que en BUP intentó embutir en esta cabeza mía algún que otro conocimiento de física y química sin conseguirlo, aunque sí llegó a refrescarme con toda su sabiduría de hombre excepcional. Un día dibujó una línea recta en la pizarra y me señaló: Casado, dime exactamente cuánto mide esa raya. Yo contesté que un metro más o menos, pero él insistió que le dijera la medida “exacta”. Así que confundiendo el término ‘exactitud’ con ‘firmeza’ dije con voz potente: ochenta y siete; mide ochenta y siete centímetros exactos. Entonces se levantó de su mesa y con grandes zancadas agarró el borrador, lo puso sobre la línea recta y contó: uno, dos, tres, cuatro, cinco y medio ¿ves? La línea mide cinco borradores y medio. Aún ahora, apenas alcanzo a entender que la auténtica enseñanza de don Ramón fue comprobar cómo abría mi cabeza con precisión quirúrgica, sacaba el metro y los centímetros que tenía adentro y colocaba en su lugar un universo de posibilidades con el que medir los límites de mi espacio y mi tiempo. Hace casi un año que estamos de elecciones y después de todo este periodo un tercio de la población que va a votar, todavía no sabe a quién ¿Pero cómo van a saberlo si les han cambiado la medida que conocían? Antes, la vida política sin campañas electorales era de una ingratitud abrumadora porque había que esperar a los meses de precampaña para escuchar decenas de promesas; eso sí, tangibles todas ellas y rellenas de ladrillo la mayoría: un parque, una escuela, una exposición universal, una carretera. Pero ahora que no hay dinero para garantizar un derecho o un empleo, y mucho menos para cheques regalo de la democracia u otras zarandajas, las únicas ofertas que escuchan los presuntos votantes han dejado de ser lugares donde sentirse seguros y han pasado a ser conceptos ideológicos que no se pueden tocar, ni agarrar, ni contabilizar. Ahora nos han abierto la cabeza y nos están metiendo palabras como “socialdemocracia”... y claro, cómo se puede explicar a tanto indeciso, en el fulgor de la campaña, qué es y cómo se come con eso.