Solo quejíos y lamentos

23 dic 2018 / 12:38 H.

Cuesta entender el quejío, el lamento, cuando no el silencio continuo de esta tierra que alguien bautizó como el Santo Reino. Quizá hubiese sido más apropiado llamarlo el Manso Reino. Tenemos el mayor patrimonio íbero de la Península, más Castillos y Fortalezas, nuestros olivares son un puzzle con más de 66 millones de piezas, de las almazaras sale más oro líquido que de cualquier otra parte. Nuestro mapa demográfico con 97 municipios asentados es la envidia del resto de provincias. Por Jaén pasan las redes de carreteras esenciales en el tránsito del Sur al Norte. Cierto es que el tren parece habernos abandonado pero ahí están las vías si se quieren utilizar. Con todo esto me asalta una pregunta ¿por qué Jaén no despega? Y tiene mucho que ver con los políticos, sin duda, pero no solo. Los cargos públicos parecen doblegarse al interés de quien los propuso en sus listas, olvidando a los que depositaron su voto. Los ciudadanos, a lo nuestro, ir tirando y no esforzarnos demasiado por reivindicar, quizá para evitar lumbalgias o tirones musculares. Sigamos así, nos irá de pena.