Solo siete días

20 mar 2016 / 10:20 H.

Hoy, Domingo de Ramos, comienza una semana especial y diferente, para gozo de algunos y desgracia de otros. En un Estado aconfesional, muchos no entienden cómo en el S. XXI aún se celebra esta semana de pasión, representando algunos de los pasajes de los últimos días de la vida de Jesucristo. En el momento actual en el que todo se debate, por mucho arraigo popular que tenga, la Semana Santa no iba a ser menos, y también es centro de controversia. Es comprensible y respetable que a muchos no les gusten las procesiones y todo lo que éstas llevan implícito, (gentío, ruidos, cortes de tráfico), pero deben entender que esta semana, además de los sentimientos que en algunos creyentes y no creyentes producen, es un negocio para distintos sectores, que tienen también derecho a ganarse la vida. La Semana Santa no ofende a nadie, y si a alguien no le gusta, es tan sencillo como no asistir a ninguno de los actos que se desarrollan alrededor de la misma. Como al que no le gusta la Feria, el Carnaval, los espectáculos deportivos u otros acontecimientos de masas, y la Semana Santa es, entre otras cosas, un espectáculo de masas. Se puede ser muy respetuoso con todo y todos desde el más profundo respeto, a pesar de no compartir la misma opinión. Después de todo, son sólo siete días.