Suspenso en jiennense

08 jul 2017 / 11:09 H.

Me tiene mosqueado hasta el infinito y más allá el cenizo del aura que rodea nuestros límites jiennenses. Viene de su cuna que a esta tierra le falten tantas cosas que nunca ha tenido, y aún otras más que también se han perdido. No hay que tener mucha memoria para darse cuenta de que Jaén capital es una pura ruina. En apenas diez años se ha oxidado o envejecido casi la totalidad del mobiliario urbano, se han llenado de parches las calles y aceras, han abandonado el casco antiguo y han entregado a la hostelería plazas y jardines. Con el tranvía momificado en cocheras, el parque acuático en la chatarrería, el comercio local y los mercados tradicionales hundidos, el museo ibero paralizado y sin industria ni turismo crecientes, Jaén no ha visto todavía dónde está la recuperación de la crisis. Si hemos visto que ha engordado la deuda municipal, como aquí no tenemos hucha de las pensiones, pedimos préstamos para que los paguen nuestros nietos. Aunque va a ser difícil ya que son nuestros hijos los que abandonan el barco y se van fuera a buscarse la vida. No merecemos tanto. No más palos, y las zanahorias para el burro de su señoría.