Tarjetas de Navidad

28 dic 2016 / 12:07 H.

Inexacta es esta sentencia agua pasada no mueve molino, pues acudo a la moviola de mi memoria, retrocedo el agua pasada y me hallo, con los ojos abiertos de par, en par ante aquellas felicitaciones deseadas, con el consiguiente fin de conseguir unos dinerillos necesarios y tan escasos para comprar lo que no podían hacer con sus esquilmados bolsillos. Limpiadores de calles, limpiabotas, repartidores de periódicos o serenos, cuando se aproximaban Las Navidades hacían unas tarjetas con textos poéticos, algunos de ellos dignos de figurar en una antología de la gracia, el donaire y la ocurrencia. Con estas felicitaciones policromadas de Navidad y Año Nuevo, impresas en las imprentas de Jaén, o compradas en las librerías, conseguían un aporte económico para tirar del pesado carro de la vida, pues sus emolumentos nada monumentales, que cobraban aquellas criaturas, nada afortunadas, por sus servicios, eran sueldos acordes con la miserable miseria, valga mi redundancia. Parece que estoy viendo una de aquellas tarjetas. Un sereno enfundado en ropa de abrigo, su gorra, su chuzo y con un prieto manojo de llaves atado a su cintura. Sí. Aquel sereno que vigilaba la ciudad, en tanto dormíamos a pierna suelta.