Tocar las narices

05 oct 2017 / 10:08 H.

Juro solemnemente que me gustaría ignorar lo que está pasando en Cataluña, encogerme de hombros y dejar que se las apañen ellos como mejor puedan. Pero es difícil sustraerse a ciertos acontecimientos ofensivos, a actitudes propias de caciques que se intentan disfrazar de democracia y a hechos de violencia que nadie desea, ni dentro ni fuera de Cataluña. Cuando observo, a través de la pequeña pantalla, que se retiran ilegalmente de los organismos oficiales catalanes las banderas de España y se lanzan despectivamente por el balcón, no puedo evitarlo y me mosqueo, porque noto que a mí, y a muchos españoles, incluso catalanes, nos están tocando las narices. El doble juego ignominioso de los independentistas no tiene otro objetivo que tocar las narices, sobre todo, a las fuerzas públicas para que se salten la línea que separa la ley de la ilegalidad que esconde el referéndum.

Debo reconocer que Puigdemont y sus adláteres tienen buena mano para eso de tocar las narices. Son muchos los aficionados a servirse de este menester para sus propósitos. Lo que pasa es que unos lo hacen con gracia y otros tienen la “malafollá” a espuertas. Y tengo la impresión de que los artífices de este intento unilateral de proclamar la república catalana no son de los primeros. Pero tocanarices hay muchos. A mí me parece que Gerard Piqué es uno de ellos. Al jugador del Barça parece que le va la marcha, es graciosillo y, a veces, como ahora, se complica la vida porque dice una cosa y hace todo lo contrario. Más de una vez le he defendido en esta sección. Pero no escarmienta, y sigue sin ser capaz de tener la boca callada. Por eso, porque la va la marcha y le encantan las redes sociales. Sí, a un tío tan grande como él.

Me gusta que Piqué, mientras mantengan sus cualidades, esté en la selección española. Es él el que se contradice, como si quisiera teta y sopas, como casi cualquier catalán. Estoy convencido de que Piqué va a defender la camiseta española con entrega, con honestidad y con el máximo interés. ¿Por qué entonces se complica la existencia lanzando mensajes a favor de la independencia? Francamente, creo que un futbolista de su crédito, prestigio y de su edad debería tener las cosas más claras. Aún así, condeno esas manifestaciones, esos reproches, esos abucheos y, aún más, los insultos que algunos grupos le dedican. Quizás sean también tocanarices.