Todo pasa

24 ene 2019 / 11:46 H.

Han sido muchas décadas, probablemente demasiadas. Por una simple cuestión de salud democrática, pero también para la necesaria y previsible renovación de la clase política dirigente de Andalucía. Al final, el tiempo llega a juntar a todos los opuestos posibles, conjurados para relevar del poder a quienes consideran ya con insuficiente legitimidad para ocuparlo. No son más que las reglas de juego que todos juegan a conveniencia, o las critican por igual motivo, cuando en cualquier escenario parlamentario se buscan apoyos para desbancar al enemigo. Nadie entonces puede poner en discusión la validez de la estrategia. Pero lo que nos preocupa especialmente en esta tierra es la forma en que van a utilizar ese poder aquellos que al fin están en condiciones de ejercerlo por primera vez; o quizás mejor, contra quien se va a utilizar en este caso. Esperemos que en el fragor de la batalla política que se avecina los principales damnificados no sean los de siempre. Casi no es preciso recordarlo. Las mujeres primero, los millares de ancianos dependientes, los inmigrantes perdidos del océano, y todos los vulnerables en los que se condensan las ideas de igualdad y solidaridad.