“Torero, torero”

25 jul 2016 / 18:30 H.

Entró en política más por amistad que por convencimiento y, después de poco más de un año en la brega municipal, es consciente de que la tarea no puede ser más que transitoria. Fue el actual alcalde, Javier Márquez, quien le dio el empujón necesario para entrar en una lista en la que el anterior dirigente municipal, José Enrique Fernández de Moya, lo acogió con los brazos abiertos. Licenciado en Derecho y asesor fiscal de profesión, su perfil eminentemente técnico encajó a la perfección en una Concejalía, la de Hacienda y Contratación, convertida en el mejor ruedo para lidiar cuantos toros se paseen por la plaza. A Manuel Santiago Bonilla Hidalgo no le queda otra que coger el capote con fuerza y garantizar un “espectáculo” tranquilo en el Ayuntamiento de la capital. La situación, que tiende a ser más complicada a medida que avanza la “corrida”, tendrá que ser controlada por el “torero” contratado para una ocasión en la que hará falta agudizar el ingenio.

Ingenio y mucho coraje. La que se considera casa de todos los jiennenses está al borde de la quiebra económica. El último informe de Intervención Municipal cifra en 550 millones de euros la deuda. No hay liquidez y los intereses bancarios tienen raídas las heredadas arcas. Si los alrededor de mil quinientos trabajadores tenían antes problemas para cobrar a tiempo, ahora la situación está al límite. Tanto que todos los esfuerzos de quienes llevan las riendas del Ayuntamiento se circunscriben a salvar las nóminas. Los problemas de la ciudad dejaron, hace tiempo, de ser una prioridad.

El concejal, como el coronel, no tiene quien le escriba. Más bien, no encuentra la mano amiga necesaria para inyectar liquidez a uno de los organismos locales más endeudados de España. La oposición empieza a hacer oposición justo en el momento en el que el colapso y el bloqueo se convierten en una seria amenaza. Cierto es que la sangre no llega al río. Sin embargo, resulta evidente que esto no es lo que era. Se agotaron las balsas de aceite. El ambiente enrarecido, después de pagar prebendas a ediles reconvertidos, complica el escenario a un equipo de Gobierno necesitado de apoyo y cariño en esas interminables sesiones plenarias.

Manuel Bonilla, principiante en el difícil arte del toreo, busca la varita mágica que le ayude a salir indemne del ruedo. La incesante búsqueda del consenso es la principal arma con la que se dispone a ganar la batalla. Tampoco quiere agravios comparativos ni desequilibrios territoriales. Máxime cuando hay un buen puñado de ayuntamientos con problemas similares. Su intención es hacer piña con el resto de grupos políticos y negociar con las administraciones competentes la solución más idónea. Habrá que esperar a la constitución de un gobierno en España para comenzar el pataleo. Vacaciones obligadas. Poner fin a tan molesta pesadilla no será fácil. Hay quienes proponen quitas y otros, como él, que abogan por la refinanciación a través de inyección de liquidez. La llamada de emergencia llegará hasta el último rincón. No solo al presidente del Gobierno, que todo apunta a que será varón, sino también a la presidenta de la Junta de Andalucía, mujer y baronesa del socialismo. Habrá cartas para todos. Después llegará el turno de los deberes que nadie quiso hacer. Poner el cascabel al gato formará parte de una “corrida” diferente. Traje de luces de lujo hará falta para cumplir el reto de adelgazar una sobredimensionada plantilla y eliminar los organismos autónomos. Habrá que ver quién torea en una plaza que, eso sí, estará abarrotada de gente.