Tres verónicas y un farol

15 jul 2017 / 10:43 H.

Como diría un buen amante de Cúchares, y cuando un perdido no puede ir a menos, me decido a contar parte de las desventuras cotidianas que me van curtiendo. Aunque ya a mis años, los espolones de las cornadas de la vida son heridas que intento subsanar en un giro drástico que he dado a raíz de mi última estancia en el hospital en el mes de febrero. Gracias a Diario JAÉN, tengo ocasión de acompañar el sonido del cansino repiqueteo del compresor del oxígeno con el alivio de no perder la oportunidad de soltar unas letras, añorando el olor de la jara y el tomillo de mi querido Baños. Una vez bendecido por las aromas, me quito la gorra, en esta tórrida tarde, con la habilidad que un “coleta” se desmontera y tras rascarme la cabeza, recibo un soplo de esperanza de que algún día, creo que aún me quedan motivos de que vendrán tiempos mejores... Pero ya es hora de embestir, con la raza que siempre me ha caracterizado. Y me voy a meter junto a la manada de la buena “casta” que nos gobierna y que englobo tomando la consigna del maestro Machado, dando por bueno el que de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Mientras mi dormitorio lo he abandonado y entro de puntillas a la cocina, por miedo, de la fragilidad del terreno que piso. Y como reza el titular, tres verónicas los capotazos de engaño que me ha dado el concejal que fuera de Urbanismo, a la sazón, hoy alcalde, don Javier Márquez, de las ocasiones que he tenido de hablar con él sobre la situación del bloque en que malvivo. Y el farol el que me metió el señor Jódar, concejal de Mantenimiento Urbano. Gracias a las ratas, que tuve un tiempo de vacaciones, los palomos que con su arrullo sobre mi cabeza me servían de despertador, y a las pulgas que me invadieron, dejándome como un Cristo y sin ropa en la cama. De lo escrito no quito ni una coma. Y es que tenemos un Gobierno municipal a la altura de los que nos rigen a mayor escala. Véase el amado Montoro, amo del mercadeo y diestro en el manejo de la zanahoria, envuelto en trapillos aún sin lavar. Y es que su señoría, profesor en excedencia de la Univerdidad de Santander desde hace la tira de tiempo, nos sigue tomando como catetos a sus paisanos. Habría que darle unas vacaciones o mandarlo a supervivientes. Yo le iba a llenar la maleta de chorizos y demás viandas, a cambio de que se llevara a los lumbreras que hicieron el informe del “DUSI”. Con tanto tiempo libre como dispongo, me he aficionado a ir a los plenos municipales. Y me da alegría de disfrutar del fresquito que allí hace. ¡Vaya por Dios! No habrá policía local de centinela al que no tenga que camelarme para que me deje entrar al pleno con mi bastón; como es algo rústico, dicen que es un palo y en sí es un apoyo curvo de olivo. Allí, aparte del fresquito que hace, lo suelo pasar muy divertido. Quizás es que como el señor Sánchez Herrera, aparte del aeropuerto que llevaba en su progama construir, tampoco hizo el zoo. Y de ahí que haya alguna que otra fiera suelta. Yo me lo paso muy bien con los “tres tristes tigres”. Esos que como Ciudadanos, se acomodaron bien la pasta y una señora, auténtica veleta, que a la altura de legislativa que estamos, ha pasado por tres opciones; un caballero, con chaqueta azul, comodín del PP y un tercero no adscrito, del creo escasos milagros. Y es que la temática a tratar tampoco es de rotura cerebral. Con la cantidad de basura, con el olvido total del casco antiguo, con los bancos que han quitado y no han repuesto, léase Plaza San Francisco, Martínez Molina, o puerta de Santa Ana, calle Álamos. Espero que algún día nos toque la limpieza del solar y arreglos pendientes. Por favor, es exajerado colocar puntos en el orden del día, tan llamativos como los pipican y rematar con el apoyo al pueblo cubano. Los de aquí que pagamos impuestos, somos ciudadanos de segunda. El 7 fue San Fermín, pero no olvidemos que el día 13 fue la batalla de Perejil. Mi sobrino que me estaba visitando en el Hospital, recibió una llamada en su móvil para que se presentara en Rota, en menos de cinco horas.