Trump y la teoría del péndulo

11 nov 2016 / 12:21 H.

Un buen maestro, de los que dejan huella y dan lecciones para la vida, me enseñó que un péndulo marca el devenir de la historia. Ese monótono y persistente movimiento se repite con mayor o menor intensidad, pero con la certeza de que nunca frenará para quedarse por siempre en uno de los extremos. Me acordé de él cuando me desayuné el miércoles con la victoria de Donald Trump. El primer presidente negro de los EE UU deja el despacho oval en manos de otro cuyas cartas de presentación rebosan comentarios sexistas, racistas y xenófobos, soflamas incendiarias contra inmigrantes y musulmanes, burlas a personas con discapacidad y dardos dirigidos a los homosexuales como centro de la diana. Me preocupa el personaje por el poder que recae en sus manos, pero lo que de verdad me aterra es que millones de personas abracen esos planteamientos que importan al presente el olor de las madres comunes de tiempos pasados y que uno —iluso— creía bien selladas. La bochornosa y nauseabunda mancha comienza a expandirse y no sabemos hasta dónde llegará. Nos resta la esperanza de que, antes o después, el péndulo virará de nuevo a otras posiciones. Ignoramos los cadáveres que sumará en su recorrido.