Último aviso para la provincia

11 feb 2017 / 11:25 H.

A esta tierra de frontera solo parece aguardarle un único destino, el de salida, pero no será por tren. Como si estuvieran cansados de transitar por ella, y les resultara monótono el paisaje, prefieren esquivarnos. Somos un costoso peaje histórico que es mejor no pasar, un accidente natural. A Jaén se le da oficialmente de lado, lo escribe a diario el Boletín Oficial del Estado, en sus espacios en blanco y en los márgenes dedicados a la provincia. Jaén no tiene ventanilla, tuvo transitadas vías en blanco y negro y, ahora, algunas locomotoras sin conductor. Así es muy difícil planificar una salida. La imagen nada bucólica de la estación del tren y la forzada partida para buscar un futuro algo halagüeño nunca me pareció moderna, sí triste. Solo se ve desarraigo en los que parten por obligación, sin querer. No había entusiasmo en aquellas caras, pero solo a la vuelta, al discurrir de las décadas, los emigrantes escribían el verdadero pie de foto. Al final del trayecto, la mayor de las veces, solo era progreso de prestado. Eso sí, antes, al menos, existían varios horarios para llegar al vigoroso norte, te daban facilidades. Hoy, al contrario, el mapa de los costosos Aves solo se planifica por aquellas latitudes y aquí estamos a merced del limbo ferroviario, con sus horarios y enlaces imposibles. La España de los Aves aquí pasa de largo. Quizá con la remodelación de la autovía en Despeñaperros pensaron bastaba para no convertirnos en una colonia sioux o apache en nuestra coqueta reserva natural. El último agravio viene con retraso, pero ya se divisa el humo. Granada pide utilizar el trazado Linares-Moreda, pero desde el Gobierno prefieren desplazar a los viajeros a Antequera en autobús antes que darle brío a esta vía. Captado el mensaje. A los que llevan años denunciando el desmantelamiento paulatino, concienzudo, de Renfe en la provincia les coge en el apeadero viéndolos venir. No hay aviso de llegada a Jaén y eso de estar en el furgón de cola por inercia cansa. Aunque estamos descarrilados por decreto ley y eso es demérito propio, es decir, lo merecemos. Nos lo hemos ganado.

La contraprogramación de Podemos al congreso del PP le salió rana a Pablo Iglesias y ahora está más pendiente del fuego amigo que de presentarse como alternativa a la derecha. El calendario tiene estos singulares caprichos. Así, por ejemplo, no se espera a Correa, Crespo o al siempre dicharachero Bigotes en la cita popular. Digamos que tienen ciertos compromisos que les impiden acudir a sacar tajada de sus amistades. En la bacanal de Valencia, su chiringuito facturaba de más con la anuencia política de “los amigos de mis amigos”. Era la época modélica de un PP valenciano con grandes zonas de sombra. Pero dirán los populares que ellos, al menos, tendrán un congreso tranquilo, de dominó. Es lo que tiene tener un líder sólido. En Podemos, sin embargo, la lucha fratricida ya no es cosa de exageradas crónicas periodísticas. Es real y el macho alfa no quiere compartir el cetro, sea este de poder o ideológico. Abierto el campo de batalla, con las trincheras claramente definidas, veo a Iglesias arengando a su tropa como en un pasaje de la bélica serie de “Hermanos de sangre”: “Todos estamos asustados. Usted se escondió en aquella zanja porque pensaba que hay esperanza. Pero lo único que tiene que aceptar es el hecho de que está muerto. Y cuanto antes lo acepte, antes podrá actuar como un soldado. Sin piedad. Sin compasión. Sin remordimiento. Toda guerra depende de ello”. Escenón. Pura cuestión de supervivencia, en este caso, menos dramática, porque solo es política. Atrás queda la ilusión de seguidores que, por un momento, pensaron que a sus líderes el poder no les cambiaría.