Un café con don Mariano

20 feb 2018 / 09:16 H.

José de Larra está en la memoria de las personas como el escritor y periodista del que todos recuerdan su artículo “Vuelva usted mañana”. Claro que no necesariamente lo han leído, en tanto las fuentes por la que se le reconoce han sido “El tiempo es oro”, “Saber y ganar”, El trivial pursuit y en el mundo 2.0 la Wikipedia. Desconocen que en realidad es una crítica a “la pereza” de la que hemos hecho identidad. Nos molesta como españoles el estereotipo de la siesta, sin reconocer la metáfora. Hablar y dejar la resolución para más adelante. Igual es por eso que nos gusta tanto la tertulia y no el debate.

No identificarse con esta imagen traza una pregunta en estas semanas. ¿Estaremos haciendo algo mal y no sabemos detectarlo? Una madre de 17 años lesiona a su hija fracturándole las extremidades, otra estudiante madre a los 17 años, a la que las amigas le decían que tras tener relaciones sexuales si orinaba no pasaba nada, una menor de 11 años queda embarazada por su hermano. Dos menores violan a otro menor. En tertulias, declaraciones y redes se ha responsabilizado desde lo legal a las abuelas. Se ha propuesto eliminar la inimputabilidad de los menores, lo que podría suponer rebajar la edad penal de facto. Sorprenden las declaraciones razonadas por los conocimientos que demostraban, ajenas a las emociones del shock. ¿Por qué estas respuestas? No existen métodos, existen personas. Nos empeñamos en ajustar a la persona a un procedimiento educativo como si fuéramos clones. Si no se obtiene el resultado se le culpabiliza. En cambio no se preguntan cómo se llega a esta situación, no vislumbran lo que tienen en común todas las personas implicadas, son víctimas en un proceso que les supera. En un Estado en que se habla y no se previene, en el que se eliminó sin ningún dialogo el instrumento educativo para saber convivir, la materia de Educación para la Ciudadanía; no se reconoce el escaso margen educativo del entorno familiar frente a una realidad 3.0. Obsesionados, falta comprender que hay una ética que responde a dos espacios diferenciados con una obligación moral al que no se llega desde la familia. En este tema no se realizan comparaciones con Europa. Resultan difícil de justificar. Por qué no mirar a Finlandia en esta ocasión.

Situados en nuestro pedestal etnocentrista de europeos creemos conocer estas situaciones como hechos pasados porque nuestro sistema educativo funciona. Nos ha permitido llegar hasta la actualidad. Quizás sea mejor explicar la globalización culturalmente hablando y no como proceso inevitable que sirve para justificar el aumento de unos pocos sueldos frente al descenso de la mayoría, aquí no se habla de patriotismo. Si don Mariano estuviese vivo seguro que reaccionaria con su mordaz relato alegando que Einstein tenía razón al afirmar “que lo importante es no dejar de hacerse preguntas”. Lo contrario es creerse poseedores de la verdad, soberbia, inseguridad, negar lo complejo de la realidad social en la que hay que dejar de justificar recortes e invertir recursos. Mientras tanto, asistimos “perezosos” a este impás en el que nada cambia judicializando lo social y transformando lo judicial en instrumento de gestión política. Hoy es el día internacional de la Justicia social, momento para reflexionar el significado y la existencia de esta jornada. ¿Habrá cambiado el mundo y no nos hemos dado cuenta?