Un clásico musical

06 oct 2018 / 10:38 H.

West Side Story” se estrenó en 1957 en Broadway y ahora llega por primera vez a España, al teatro Calderón de Madrid, con su aureola de musical clásico, pero sobre todo con la música de Leonard Bernstein, aquel compositor de genio desmedido del que ahora se celebra el centenario de su nacimiento. Esta versión de “West Side Story” emociona, y finalmente remueve los sentimientos, es decir, cumple con algunos de los requisitos imprescindibles de cualquier musical. Y presenta alguno de los temas musicales que han cruzado el tiempo, que algún día se escindieron de este musical, aunque continuaran en él, para adoptar corporeidad musical en sí mismos, una personalidad propia e independiente. Como “América”, o esa “María” que araña dulcemente. Se trata de un espectáculo sensacional, medido al detalle, que funciona como un reloj y que, insistimos, conmueve. Estamos, pues, ante uno de los grandes estrenos de la temporada, no sólo a nivel de Madrid, sino de toda España. Pero detrás de las luces y de la música sublime de este brillante espectáculo se advierte inmediatamente que en su subsuelo habita Shakespeare. Porque los autores de “West Side Story” trasladaron la guerra familiar de Romeo y Julieta y la convirtieron en una guerra de etnias, en la lucha por el poder en las aceras de los barrios bajos de New York entre jóvenes puertorriqueños y neoyorkinos de mucho tiempo libre y nulo futuro. María, puertorriqueña, y Toni, norteamericano, se topan con un amor inesperado, rápido y sorprendente, un amor imposible, como el de Romeo y Julieta, que ambos deciden vivir intensamente en el filo de la navaja y termina cubierto de sangre. Todo es posible en América —como compuso Bernstein—, o no. La escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda es magnífica y Federico Barrios maneja con maestría un complicado puzzle escénico al que el director permanentemente dota de sentido. Porque “West Side Story” no es un musical que se desenvuelva por el ámbito de lo superficial, de la epidermis, como está ocurriendo con tantos otros, sino que “West Side Story” está lleno de contenido, de sensaciones, de vida, y de muerte. De amor y odio. Es una tragedia con música, o música con tragedia, como se prefiera, de modo que no es ya sólo un clásico en sí mismo, sino que conecta directamente con los clásicos. El paso del tiempo no ha erosionado su argumento, al contrario, se trata de un espectáculo con mucha actualidad dentro, porque las víctimas de entonces siguen siendo víctimas ahora, y porque la sociedad ha conocido inmensos avances tecnológicos, pero los sentimientos del ser humano son ahora los mismos que en tiempos de los griegos. Y Leonard Bernstein, decíamos. Murió hace 30 años, pero su música conserva un perfil impecable. Bernstein, que permanentemente imprimió a su vida una velocidad de vértigo, abandonó, ya mayor, a su mujer, Felicia, para irse con un hombre, aunque acudió inmediatamente a cuidarla cuando ella enfermó de un mal incurable. Bernstein conoció un éxito tan estratosférico que lo condujo a una situación próxima al delirio. Dicen que daba grandes abrazos y besaba a todo el mundo en la boca, hombres y mujeres. Renunció radicalmente al sosiego. Felicia, con la enfermedad muy avanzada, dijo un día a Bernstein: “Morirás solo como una maricona vieja y amargada”. Bernstein murió efectivamente solo. Pero su música nos ha acompañado y nos acompaña continuamente.