Un jiennense de élite

26 feb 2018 / 09:11 H.

N os sorprendería saber de verdad la cantidad de jiennenses que anduvieron, unos, y andan, otros, por todos los rincones de la tierra, todos ellos llevando el nombre de Jaén como blasón, como seña de identidad irrenunciable. Debemos sentirnos orgullosos de todo este inmenso testimonio de jaenerismo. Mucho más, cuando además, junto al sentimiento, llevaron el triunfo, el éxito. Con todos ellos tenemos una deuda de agradecimiento que a veces exige algo más que la simple admiración. Especialmente cuando estos jaeneros privilegiados, leales a sus raíces, son personas modestas, que conviven a nuestro lado sin hacer ruido, sin sacar el pecho. Gentes sencillas con las que coincidimos en cualquier sitio y ocasión sin notar en ellas el más leve atisbo de orgullo altanero, ni un amago de querer demostrarse superiores.

Podría hablarles de uno de estos paisanos entrañables que alcanzó notable popularidad en el ciclismo internacional, sin duda el ciclista jiennense que más lejos llegó en el profesionalismo, y que convive cada día por nuestras calles, aunque muchos años después todavía no ha renunciado a llevar montadas su vida y sus ilusiones en una bicicleta. Manolo Beltrán es ese héroe de la montaña que tantas horas nos tuvo pegados a la pequeña pantalla mientras él escalaba las montañas del Giro, del Tour y de la Vuelta a España. Aquellos años de gregario de lujo y confianza del gran campeón Abraham Olano no se pueden olvidar. Manolo, conocido como el Triki, fue querido y valorado por sus compañeros de profesión. Cometió una lamentable equivocación que le llevaría a abandonar las competiciones oficiales durante un tiempo. Pero ese lapsus no pudo borrar todos los méritos que alcanzó por las rutas del mundo.

He hablado muy pocas veces con Manolo y siento no poder hacerlo con más asiduidad, porque Manolo es una persona tremendamente cercana, campechana, amable, de una simpatía que contagia. Un tío de verdad de Jaén. Sentí y siento admiración por su vida profesional a la que he añadido una enorme dosis de afectos. Pasó su pasión al mountain bike, especialidad en la que sigue imponiendo su clase y poderío. Sus 46 años deben pesar muy poco sobre la bicicleta y él piensa seguir compitiendo mientras tenga fuerzas, porque la ilusión no le va a faltar nunca. Seguirá forjando su propia historia de la que, como siempre, irá dejando huella enalteciendo el nombre de Jaén.