Una realidad virtual

24 may 2017 / 11:40 H.

Día sí, día también, los medios y nuestro entorno inmediato nos enfrentan a situaciones que invitan a la reflexión de cuestionarnos si el mundo al que pertenecemos es el que vivimos, o estamos ante un espejismo. Porque está claro que una cosa es lo que vivimos y pasa a nuestro alrededor y otra la que percibimos o queremos percibir cuando desde fuera se nos enfrenta al espejo de lo que está ocurriendo. Me refiero a esos mundos que vienen aflorando referidos en muchos casos a adolescentes y niñas y niños que viven situaciones límite de violencia y otros, ya sea como víctimas o verdugos de sus semejantes. Y me da la sensación de que la mayoría queremos pensar que eso ocurre a otros en entornos muy alejados del nuestro. La realidad, con su crudeza habitual, nos despierta del sueño si comprobamos que nuestro entorno más inmediato también sufre de esa lacra que rechazamos. Los protagonistas están muy cerca de nosotros y tienen identidades conocidas. Es el momento de preguntarse si sabemos qué está pasando, si lo estamos haciendo bien y, lo más importante, como evitarlo. Cuestiones complicadas de contestar si tenemos en cuenta que el denominador común en bastantes casos es desconocido para muchos, utiliza nuevos instrumentos de persuasión, es muy accesible y a la vez atractivo. Es ese mundo mágico y virtual de internet donde la grandeza de acceder al conocimiento universal a la carta, como todo lo grandioso, puede ser utilizado para salvar a personas y colectividades, o condenarlas. Las nuevas generaciones punto cero se enfrentan, como los desconcertados adultos, a esos mundos desconocidos, potentes, atractivos, peligrosos, muy accesibles, en situaciones casi siempre de desventaja con todos aquellos que han encontrado una oportunidad de entrar en lo mas privativo de nuestras casas, acercarse a los nuestros y convencerles con poderosísimos medios y bajo magníficos disfraces de que siguiéndoles alcanzarán la felicidad. La desventaja en que estamos solo podemos aliviarla con instrumentos de siempre, conocer a nuestros hijos dedicándoles su tiempo, evitando el poner en sus manos instrumentos que por edad no les corresponde y cuando llegue el momento estableciendo los controles y filtros necesarios para saber qué está pasando.