Vendedores de antaño

26 jul 2017 / 10:50 H.

Entonces, como ahora también ocurre, más de lo que te rondaré, morenaza mía, el personal de a pie y alpargatas de Cadena, se buscaban el plato de lentejas, incluidos los gorgojos, vendiendo lo que fuese por estas calles de Jaén convertidos en aduares o zocos morunos tal hoy ocurre en los mercadillos de los jueves el vendedor de helados, vestido de blanco uniforme, incluida la cofia. “Al rico helado, el que lo prueba repite, si el bolsillo se lo permite”. “Al higo chumbo, a quién le pelo el higo”. “Agua fresca, a gorda la panzá”. “Se arrecortan se atirantan se echan piezas baratas”, un fontanero multiusos. Le ponía lañas al lebrillo, o le ponía una chapa pegada con estaño a la olla que cocía los garbanzos viudos, o sea con más berza que carne, “arbellanas” calientes, hojaldres, embrillos, gamboas, serbas, majoletas, en el culo te las metas, según la patulea más malica que un dolor a media noche. Aquellos vendedores ambulantes, entre los que se hallaban algunos poetas en potencia, marcaron un antes que se ha converitdo en agua pasada por el molino de la antigua y agridulce historia de nuestra tierra.