Viejas estampas campesinas

12 jul 2017 / 16:30 H.

Guardo con celo en el álbum de la memoria aquellas antañonas estampas campesinas, a las que acudo en este fugaz presente, ya curtido en años, que se los lleva el viento de la nostalgia. Gavillas de trigo amontonadas en la era. El trillador arrea al mulo “Campanero” para que siga dando vueltas, y la mies destrozada surjan los granos de oro el pan. La chicharras son sus inseparables compañeras. Su cantar monorrimo, tal un poema de Gonzalo de Berceo, cesará cuando el Sol se haya despedido por el Oeste, y la Luna guapa de azúcar y canela sea la dama preferida del escaparate luminoso de estrellas. El trillero no tiene prisas en hacer su faena, bastante calentada por el Sol que calienta como un brasero en donde todos se calentaban a la fuerza. Ahora, el bieldo en la mano para ablentar la mies. En un sitio caerá la paja, en el otro el trigo, si es que el aire derecho, ese que viene refrescando la frente y sin altibajos direccionales, deja un resquicio colaborador en la dura faena. Un tiento a la botija, que la boca está seca como estropajo sin mojar. Escobón que limpia de granzones de pez (el lomo que forma el trigo), el grano al costal, ahora a subirlo al granero a cuestas o con la garrucha . Es, ¡ay!, una estampa del álbum de mi memoria.