Violines en el suelo

25 jul 2018 / 08:15 H.

El convento y antiguo colegio San Eufrasio, uno de los más gloriosos edificios de Jaén, entró en crisis al abrírsele rajas en sus paredes y otros defectos ocultos debidos a su enorme carga de los siglos. Para poder arreglar estos desperfectos hubo que habilitarse el colegio público Muñoz Garnica, por la mañana clase escolar, y por la tarde, el saxo, la guitarra, el chelo, el clarinete o la trompa, que no de elefante, por supuesto, pues esta emite unos sonidos bucólicos que tan bien son escuchados por los agradecidos oídos. Me entusiasma que la infancia aprenda música, pues esta ayuda a crear un mundo al que le sobran los vanos ruidos. La música engrandece el alma y a la sensibilidad. Un mundo mejor, por tanto, es aquel que le gusta el sonido de un oboe, de una viola o de un fagot, que el estruendo de las bombas en estas guerras, exterminadoras de la razón y la dignidad de los humanos. Jaén, por otra parte, se merece un Conservatorio de Música acordó con los tiempos “modelnos”. Jaén, insisto, merece, ¡ya!, un Conservatorio de flamante estructura, no estar de prestado, como ahora está ocurriendo, sin que los responsables de la cosa se hayan tomado en serio los valores humanos de la música.