Vísteme despacio que tengo prisa

27 nov 2016 / 11:23 H.

Hace pocas fechas la presidenta de la Junta, acuciada por los periodistas que querían conocer si en un futuro inmediato iba a optar por la Secretaría General del P.S.O.E. ,les contestó con esa frase. Sus palabras fueron: “Como decía mi abuela, vísteme despacio...” La frase posee unos antecedentes históricos antes de ser dicha de tal forma. Así el emperador romano Augusto solía decir a sus colaboradores “apresúrate lentamente” y, posteriormente, el historiador romano Suetonio nos legó esta frase “caminad lentamente si queréis llegar más pronto a un trabajo bien hecho”.

La Historia nos cuenta que tanto Napoleón Bonaparte como Carlos III solían utilizar frases de significado parecido dirigidas a sus colaboradores. Sin embargo, fue Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales el que atribuye la frase a Fernando VII, cuando siendo servido por un ayuda de cámara a vestirse, para asistir a una importante reunión, la pronunció. Como apreciamos el dicho ha tenido variantes, pero viene manteniendo la vigencia hasta nuestros días y, a través de él se aconseja a otra persona a que actúe con calma y tranquilidad en el momento más delicado de una situación debido a que, cuando se procede apresuradamente, lejos de abreviar problemas, las prisas suelen entorpecer y malograr los mejores propósitos.

La alusión a la autoría, a mi juicio, muestra la cercanía y el esfuerzo que intenta, la Presidenta de la Junta de Andalucía, para mostrarnos su prudencia resaltando el sabio consejo recibido de su abuela, al mismo tiempo que nos acerca empáticamente a la entrañable figura que cualquiera de nuestros mayores debe suponer y al respeto y el trato con el que hemos de recibir sus palabras, plenas de experiencia y buen sentido.

Imagino que la abuela de Susana le daría más consejos y, como por la edad de la Presidenta, debió vivir el tiempo de Gabi, Fofó, Miliki y Fosfito y tanto ella como la abuela se harían eco de sus canciones, en especial de la que se iniciaba con “Susanita tiene un ratón...”, creo que le aconsejaría que cuando fuera mayor cambiara el ratón por un Conejo pero procurando que no fuera el de la conocida copla a la Loles.

Los ciudadanos nos hemos divorciado de nuestros políticos por parecernos muy alejados de la vida cotidiana y de la normalidad, buenas formas, cercanía y humor de los representantes. Estoy seguro que acudiendo al sentido común, al sabio refranero popular y a los consejos de nuestros mayores, entraremos en otras formas de gobierno que basadas en el mutuo respeto nos harán a representantes y representados vivir un mundo mejor.