Vivir Semana Santa en Jaén

05 abr 2017 / 11:21 H.

Nos encontramos a las puertas de la Semana Santa de 2017, y un año más, por estas fechas, nos dedicamos a preparar y ultimar tareas que tienen su destino en la próxima semana. Labores y actividades de lo más variopintas que desarrollamos tanto en la esfera pública, como en nuestro entorno más privado. Traslados de tronos o imágenes, instalación de tribunas y palco, elaboración de platos y dulces típicos, desempolvar túnicas y mantillas, acondicionamiento de nuestras viviendas para dar acogida a los familiares y amigos que nos vienen estos días, celebración de triduos y besapiés.... La lista es interminable. Obviamente, los hay quienes aprovechan la ocasión para disfrutar de unas vacaciones en la playa, tan apetecibles con este buen tiempo, o para visitar al hijo que este año se fue de Erasmus y hasta ahora la familia no había tenido oportunidad de escaparse para darle un achuchón. Yo, personalmente, es raro que alguien consiga sacarme de nuestra ciudad, estos días. Soy de las que me gusta disfrutar de nuestra Semana Santa. La de aquí, la de Jaén. No me hago a la idea de vivirla fuera. Me gusta hacerles seguimiento a todas las cofradías que procesionan, adoro el bullicio y el colorido de las calles, vivir por largas horas en la vía pública, encontrarme con conocidos que, por vivir fuera o por no coincidir, rara vez veo, me agrada el olor a incienso que se percibe por todo Jaén y sobre todo, y especialmente, me emociona ver asomar a Jesús, en cualquiera de sus variantes jaeneras, por estrechas calles como Reja de la Capilla, Almenas o Ruiz Romero, entre otras. Es una mezcla de folklore, tradición y sentimiento religioso, que conmueve y engancha si estamos receptivos a ello. De lo contrario, se hará difícil de sobrellevar los atascos de coches interminables, las aglomeraciones en bares y comercio y la planificación previa del callejero que hay que hacer, si tenemos necesidad de ir por donde, en ese momento, se encuentra procesionando la cofradía de turno.