...Y te diré quién eres

17 dic 2017 / 11:20 H.

Dime con quién andas” se titulaba la última columna que nuestro recordado “Maestro” José Fernández publicó en este mismo espacio que hoy, y en semanas sucesivas, me tocará llenar con mis humildes consideraciones sobre lo que nos acontece en esta tierra jaenera “de nuestras entrañas”.

Si me hubieran comentado allá por 1999, cuando empecé a colaborar con este nuestro periódico —y van ya dieciocho años de pluma en ristre— que estaría llamado a seguir la estela de don José Fernández, probablemente no hubiera dado crédito a semejantes palabras. Pero ha llegado el día, doloroso por su marcha, en que debo hacer honor a su última columna y acometer ese “y te diré quién eres” que siga su estela...

Hablar sobre la figura de Pepe Fernández, “Maestro con mayúscula” como se le calificó en estas mismas páginas, y a quien conocí ya en los años setenta en el Colegio Marista de nuestra capital siendo un alumno que seguía sus clases, sería apostillar sobre lo que ya se ha dicho sobre él en obituarios y crónicas acerca de su pérdida. Comentar su carrera docente, su calidad humana, su sentido crítico y su bonhomía no quedaría completado sin incidir en su concepto de la educación como factor de análisis para el cambio social, algo que comparto como docente y como jiennense interesado en hacer salir de su letargo a nuestra tierra.

Quienes en algún momento coincidimos con él no podemos por menos que recordar su figura, su obra y su persona con un punto de cariñosa admiración. De ahí que “si anduvimos con él”, por seguir su título, algo hemos absorbido de su alma generosa, de su trato siempre justo y afectuoso. Queda claro que aquellos con quienes nos encontramos mucho tienen que ver en lo que somos. Y a mucha honra. Solo espero que estas líneas dominicales que me esperan tengan el nivel y la consideración con que don José las mantuvo a flote durante años. Y nada me gustaría más que poder hacerme eco de todos esos anhelos que Jaén tiene en su corazoncito de tierra olvidada. El Museo Íbero ha llegado aunque solo disfrazado de muestra temporal; aplaudámoslo pero no desfallezcamos en la lucha. Cierto tren de altas prestaciones y mejor velocidad parece que no posará sus nidos en las vías jaeneras hasta siglos venideros. La cultura nos mantiene en lista de espera. La economía hiberna en todas las estaciones del año. El tranvía —dulce pájaro de perdida juventud— languidece hasta que llegue el político de turno para darle el beso germinal. El mar de olivos se mece en la brisa mañanera sin más ilusión que ver las avecillas posarse en sus ramas. ¿Qué buena nueva podrá acomodarse en estas líneas en un próximo domingo? Quizá don José nos eche una mano desde el cielo de los buenos Maestros. Así sea.