Ya es hora de decir basta

29 sep 2017 / 09:41 H.

En estos primeros días del otoño, en los que el calor de los membrillos se hace notar más de lo que sería deseable a estas alturas del año, seguimos padeciendo la sequía que asola nuestros campos y no encontramos demasiados motivos para disfrutar de aquello que todavía nos ofrece la vida, a pesar de ser un pueblo acostumbrado, en primer lugar, a soportar con paciencia y tesón los avatares más adversos y, en segundo lugar, a encontrar las rendijas por las que salir airosos de tanta desgracia que vamos acumulando por culpa de la desidia de unos gobernantes que no contemplan siquiera la posibilidad de realizar inversiones en esta región abandonada que forman las provincias de Jaén, Granada y Almería. Ya sabemos que no contamos con infraestructuras viarias, que el tren lo hemos perdido para siempre, que la industria nos dejó de lado hace ya muchos años y hace unos días se publicó que incluso no tenemos capacidad energética disponible para el hipotético caso de que se necesitase un mayor consumo para posibles polos de desarrollo, ya que las redes de alta tensión también brillan por su ausencia en la región oriental de Andalucía. Así nos luce el pelo y así seguimos siendo los parias de esta nación que ahora solo habla de un tema que no tenía intención de tocar en este artículo, porque ya produce mucho más que urticaria a todos aquellos que defendemos el imperio de la ley para garantizar la democracia vilmente atacada por los que disfrutan de la mayor renta per cápita y de las más altas prebendas entre las diversas regiones de este país que con orgullo antes llamábamos España. No es que haya diferencias entre los españoles por el hecho de ser de una u otra región, ¿o debería de decir nacionalidad? Es que resulta lacerante saber que el dinero no solo se distribuye de manera desigual entre las diversas autonomías, cosa que sería lógica para intentar ayudar a aquellas que más lo necesitan e ir igualando la renta entre ellas, sino que esa distribución manifiestamente desigual se hace primando a aquellos que son más ricos, con lo que se ahondan las desigualdades entre los pueblos de España y además se consigue que aquellos que más avanzan quieran hacerlo en solitario porque ya les resulta una rémora el estar unidos al común de las otras. Y así tenemos esa sopa de nacionalidades y nación de naciones que nadie sabe cómo es y cómo será y cómo se producirá sin romper aún más la solidaridad, la igualdad y la libertad de todos. Y para rizar el rizo de lo absurdo ahora se produce la quiebra de la legalidad al amparo de no sé qué pretendido derecho de autodeterminación para los más favorecidos de la fortuna. Ya está bien de aguantar los desmanes de los nacionalistas de la pela que siempre pescan en el coto ajeno apoyados en la debilidad de todos los demás y en las buenas pero equivocadas intenciones de aquellos que deberían seguir haciendo bandera de defender la igualdad entre todos y la redistribución de la riqueza para favorecer a los más necesitados. Produce sonrojo además de irritación, escuchar cómo algunos que en este caso deberían cumplir con algo más de celo su deber, piden al melifluo bizco y al iluminado gerundense que acallen a su tropa y depongan su actitud sediciosa a cambio de mejor financiación y más autogobierno, todo esto entre el guirigay de otros que pretenden montar una alternativa popular al margen del Congreso siguiendo las huellas de antaño y bailando al ritmo del mambo de la Gabriela y el monocorde soniquete independentista del charnego rufián que llegó de Alcaudete. Con todo esto sobre la mesa, a estas alturas del año y con lo que ya llevamos soportado, algunos en el resto de España están deseando que de verdad se acabe con esta orgía de despropósitos por medio de una bofetada que les calle durante generaciones, y otros, más hastiados apoyando que si de verdad cabe en nuestro ordenamiento constitucional, se organice un referéndum legal para votar que sí, que se vayan y nos dejen vivir en paz. Eso sí, hay que ajustar cuentas y después de un periodo de transición hacia la igualdad estemos todos con el mismo nivel de rentas e infraestructuras para que así nos devuelvan todo lo que nos han ido robando a lo largo de estos años. Algo hay que hacer.