“Yo pasé una vez por Jaén”, ¡qué frase!

19 ene 2017 / 13:16 H.

Cuando escuchas repetida esta frase, en sucesivas ocasiones y en diferentes lugares, puede generar en tu interior un cierto sentimiento de rechazo a unas inocentes palabras, cuando no, de pena. Durante los años que he tenido la oportunidad de estar en muchos rincones de España, como vocal del Consejo General de la Arquitectura Técnica, compartiendo numerosas experiencias, con compañeros de todo el territorio patrio, he oído en muchas ocasiones esa frase “Yo pasé una vez por Jaén”. A partir de ese momento se abría la puerta para empezar a exponer los aspectos positivos, todos los atractivos que me venían a la mente para alentar a mis contertulios a “parar” la próxima vez que pasaran por Jaén. Algunos de ellos, en ciertos casos, decían que habían estado en Cazorla y, excepcionalmente, en Úbeda y Baeza. ¿Y no conocéis Jaén? Pues merece la pena. Después, en la soledad de la habitación del hotel de turno, recordando la conversación, hacía el recorrido que alguna vez, en una conferencia sobre accesibilidad, mostré gráficamente, la cantidad de obstáculos que alguien con ciertas limitaciones físicas visitara Jaén y quisiera ir desde un aparcamiento público a nuestros principales monumentos históricos. ¿Odisea?, No, Injusticia. Si, en aquellos momentos de reflexión, se habían terminado los juegos florales, las odas a la primavera y a la belleza de nuestro Jaén y había que ser realista, así que, como aparejador, había que estar a pie de obra y hablar de la realidad. Seguía mi recorrido mental y recordaba las numerosas calles a las que allá por los años ochenta dotamos de un pavimento de adoquín clásico de granito, en los barrios de La Merced, el Almendral y colindantes, y que hoy, casualmente, se conserva y que con una mínima inversión, con un simple rejuntado de lechada de cemento, pudieran durar otros treinta años más. ¿Que son muchos años? No, si las obras se hacen bien, es normal. Lo que no es normal, ni justo, ni nos merecemos, es ver obras que antes de pasar su plazo de garantía ya estén levantadas, dañadas y, lo que es peor, dejadas morir, porque las hizo la corporación anterior y no eran de los míos. Y así, una y otra vez, y a pesar de haber cambiado la imagen de Jaén, de nuestra ciudad, esa a la que decimos que queremos, la abandonamos, la despreciamos por espurios intereses políticos que nada tienen que ver con el amor a esta ciudad y el respeto a sus habitantes. Pero, ahora, ya tenemos Plan General, planeamiento con el que se ha definido un modelo de ciudad, ideal, idílica, moderna... Cada uno opinará de una forma, a mí me preocupa otro aspecto: ¿Para qué sirve? ¿Para imponer nuevas normas con criterios restrictivos? ¿O para llevar a cabo su programa de actuación con plazos y presupuestos asumibles? Me temo que seguiremos siendo incapaces de utilizar el sentido común para que esta ciudad progrese y facilitar las gestiones al ciudadano. Ya ha salido la palabra “Gestión”. Es la eterna olvidada en el planeamiento y la imprescindible para hacer realidad aquella ciudad que se ha diseñado. De muy buenos maestros aprendí que los planes urbanísticos debían ser planesproyecto, en los que se definiesen claramente, modos de gestión, plazos y presupuestos, y normalmente estos, si están, son idílicos, y casi siempre irrealizables. Me alegra enormemente ver cómo ciertos grupos y movimientos sociales de la ciudad, que nada tienen que ver con los partidos políticos, cada día, ponen de manifiesto la realidad de Jaén, de nuestro patrimonio y del abandono con el que muchas veces nos encontramos, con ellos comparto muchas de sus inquietudes y me duele ver cómo se abandonan los pavimentos tradicionales en el casco histórico, cómo se pierden los pocos edificios de interés arquitectónico que nos quedan o cómo se siguen multiplicando los cableados en las fachadas. Sería bueno que nuestros planes definiesen programas y plazos para llevar a cabo actuaciones, en plazos razonables y realizables, para intervenciones en esos aspectos. En definitiva, gestión, la parte más importante del planeamiento. No, no seríamos los primeros, pero algún día nos tocará. Pongamos en valor todo lo bueno que tenemos y luchemos por mantenerlo.