Campo abandonado

13 mar 2019 / 11:17 H.

E l día veinticuatro de febrero se inauguró el puente del río Guadalquivir, el que une Campillo del Río con Vados de Torralba. Torreblascopedro unido con Campillo ha luchado mucho para conseguir esta construcción, también los pueblos colindantes. Me llamo José Castillo, residente en Torreblascopedro. Me he enterado de la inauguración a través del periódico. Me hubiera gustado asistir a este evento, para felicitar a las autoridades por ese trabajo tan bien acabado. En particular para felicitar a Francisco Reyes, que fue quien dio la autorización para su construcción. Estoy muy contento de que se haya llevado a cabo. Me gustaría que lo publicaran en este diario para dejar constancia de mi agradecimiento.

El articulista Fernando Palmero nos relata el genocidio de Stalin en Ucrania apoyado en los relatos de dos historiadores. Fue el historiador británico Robert Conquest quien, con la publicación de “La cosecha del dolor” en 1986, desveló lo que Stalin se había esforzado en ocultar destruyendo pruebas, el genocidio ucraniano, que acabó con la vida de casi cuatro millones de personas con un método especialmente cruel: el hambre. La obra de Conquest es un hecho histórico que define como pocos la naturaleza criminal y asesina del régimen totalitario surgido del golpe bolchevique de 1917. Esa es una de las conclusiones que también se desprenden de la lectura de “Hambruna Roja”, la obra en la que la historiadora estadounidense Anne Applebaum detalla cómo se planificó y se llevó a cabo un programa conscientemente diseñado por el Estado soviético con una doble finalidad política: eliminar físicamente a los campesinos que se resistían a la colectivización forzosa de las tierra agrícolas, sobre todo a los kulaks, pequeños propietarios de tierras y ganado; y, además, reprimir cualquier síntoma de nacionalismo ucraniano. Stalin conocía la hambruna que sufría el país a comienzos de los años 30. Sin embargo, tomó la intencionada determinación en 1932 de endurecer las condiciones en Ucrania, incluyendo decenas de granjas colectivas y aldeas en las listas negras, bloqueando las fronteras del país para que la gente no pudiera irse y creando unas brigadas de incautación que iban de casa en casa quedándose con la comida de los campesinos. Las crueles medidas contra los ucranianos no se limitaron a los campesinos, sino que afectaron a la élite cultural, intelectual y religiosa de la república. Gran parte de esta violencia soviética se debe a que su interpretación del marxismo, o el marxismo en sí mismo fue un fracaso y no querían admitirlo. ¿Y qué está pasando hoy en Venezuela? La crueldad de los hechos que oímos y vemos, y algunos que solo presentimos, nos hace pensar que la situación es ya insostenible. Maduro, en su afán de seguir en el poder a toda costa, está intentando ahora debilitar al máximo la fuerza de su pueblo, de sus gentes sometiéndolas a todo tipo de aberraciones: falta de material y personal sanitario; falta de lo más necesario y básico como son los alimentos; y ahora, entre otras cosas de máxima gravedad, falta de electricidad para millones y millones de personas. Todo tremendamente insólito e insostenible. A mí todo esto ciertamente me hace pensar en las fatídicas “fechorías” de 1917 en Rusia, me hace pensar en Stalin y Lenin, creadores indiscutibles e inapelables del “Paraíso de la muerte”. Ellos, para intentar cumplir sus objetivos —en aquellos años desdichados—, consiguieron con osada crueldad que hubiera muchos millones de muertos. ¿Qué tenemos que esperar para que con el país de Venezuela suceda lo mismo? ¿O algo similar? ¿Los poderosos, no pueden hacer algo más para evitar la masacre que se avecina? ¿Y los demás qué podemos hacer? Por supuesto, nunca quedarnos cruzados de brazos. ¡La vida es muy valiosa y tenemos que custodiarla entre todos!

D emocracia ha sido una de las palabras más manipuladas a lo largo de la historia. Se ha hablado de democracias orgánicas e inorgánicas, participativas y restringidas, directas e indirectas, burguesas y revolucionarias, populares y avanzadas... En los tiempos modernos todavía se asigna la palabra “democracia” a regímenes de distinto signo, en función de la interpretación que se da a otra palabra clave: la libertad, inherente a la condición humana. Recordar estas ideas es oportuno en un momento en que el significado y contenido de la democracia se ve, en cierta forma, sometida a juicio, al hilo de la causa que se desarrolla en el Tribunal Supremo tras el intento de los secesionistas catalanes de subvertir el Estado de Derecho en nombre, paradójicamente, de la propia democracia.

R ecuerdo que el territorio rural ocupa el 80% de España y está aquejado de un acuciante problema de despoblación. Por otra parte, arremeter contra actividades como la caza y la pesca es irresponsable y, en ocasiones, obedece a proclamas ideológicas que desconocen esas realidades. Solo en lo que a actividad cinegética se refiere, la contribución al PIB es de casi 6.500 millones de euros, afecta directamente a 4 millones de personas y genera 186.000 puestos de trabajo. Ambas son fundamentales para evitar superpoblaciones de animales como el jabalí, un verdadero problema en muchos espacios agrarios, la proliferación de plagas y enfermedades o, simplemente, para garantizar el buen estado de un campo que, de otra manera, quedaría abandonado.