Otro malentendido sobre la laicidad

12 mar 2017 / 11:17 H.

Un reportaje de National Geographic sobre la ciudadela calcolítica del Bulevar, ha roto el silencio del alcalde de Jaén, que sorprendido se hace de nuevas. Georgeos Montexano lo resume: Ocultada a la comunidad científica universal, y en manos de promotores urbanísticos. Cómo ha debido doler esta denuncia pública de un documental de James Cameron, que ha supuesto un Titanic para la castiza casta política y universitaria local. Va para un año que el Ayuntamiento de Jaén mantiene en el congelador un expediente por urbanización de un yacimiento arqueológico en el Bulevar de Jaén. El expediente es el 63/16 de Disciplina Urbanística. Sin nombrar instructor, ni comunicarlo a los afectados. Luego, sin darse un plazo para resolver. Todo hace ver que funcionarios y empleados del Ayuntamiento dieron licencia injusta para contaminar un yacimiento con 3202 metros de arcillas. Para luego convertirlo en un jardín privado. Y oculto a las vistas tras 3m de tapia. En pleno bulevar. O sea que si el Alcalde no atender el expediente 63/16 y no aclara qué funcionario impidió el día 24 de mayo de 2016 a la Policía Local acudir a levantar acta de la sepultura, me temo que esas arcillas le hayan contaminado. Le recuerdo al alcalde que tiene obligación de resolver los recursos que los afectados le planteamos. Y si no lo hace, cambie de oficio.

Desgraciadamente la libertad de expresión, uno de los fundamentos de la democracia, se ha convertido en una arma de la izquierda para atacar todo aquello que no logra dominar democráticamente. Se insulta a los oponentes políticos, llegando incluso a la amenaza, coerción y descrédito de las personas; se denigran los símbolos básicos del oponente, como son los símbolos del Estado; se atacan de forma irrespetuosa y soez sus ideas religiosas; se hace burla y escarnio de sus valores éticos y todo ello con la aprobación de toda la “progresía”. Son los métodos imperantes en las dictaduras. ¿Estaría esto permitido si las personas atacadas fueran de izquierdas, los ultrajes fueran signos de otras comunidades o los escarnios se realizaran contra otras religiones? Con toda seguridad, no. La libertad de expresión debería tener unos límites, no debería estar permitida la afrenta a otras persona, ni la injuria a la religión o ideas éticas ni el agravio a los símbolos de la nación. En España, la libertad de expresión se ha convertido en una arma para conseguir en la cállelo que no se puede conseguir por las vías democráticas establecidas. Echo en falta una justicia imparcial, que aplique las leyes y no permita que existan ciudadanos impunes a cualquier fechoría y ciudadanos escarnecidos.

El valor que supone la educación que ofrece la escuela concertada en España no necesita demostración. Podría hacerse con las cifras en la mano de lo que el Estado se ahorra, pero basta con mostrarlo acudiendo al testimonio de los miles de padres que, año tras año, confían en este tipo de centros para sus hijos. Fruto de connivencias políticas con partidos radicales de izquierda, la hoja de ruta contra los colegios concertados se ha empezado a aplicar desoyendo el clamor de la gente, que como en el caso de Valencia ha llegado a echarse a la calle bajo el lema “Salvemos la concertada”, plantando cara a la Administración y reclamando algo tan obvio como que no se les coarte la libertad de elección a las familias. La última andanada se ha producido hace tres semanas en Andalucía, con el pretexto de quitar cualquier tipo de ayuda a la Escuela Diferenciada. Sin esperar el fallo definitivo del Tribunal Supremo, la Junta ha aplicado el rodillo ideológico y ha anunciado que para el próximo curso no renovará el concierto a ocho colegios andaluces, cinco de Sevilla y tres de Córdoba. En el fondo todo este acoso, y la amenaza de reducción paulatina de los conciertos, ponen de manifiesto una concepción estatalista de la educación, enemiga de la iniciativa social y de la libertad de las familias.

sobre la laicidad del estado o sobre la aconfesionalidad, otro malentendido, no casual, es pensar que el pensamiento del creyente determina su discurso académico, político, científico; y en cambio el pensamiento “laico” es neutro, científico, objetivo, no sometido más que a la razón. Nada más lejos de la realidad: el pensamiento “laico” está lleno de ideología, concepciones del hombre y la sociedad y en algunas ocasiones, imbuido de su aparente neutralidad, puede intentar imponerse como un laicismo confesional. Por otra parte, quiero poner de relieve que la mayor parte de los países de nuestro entorno y nadie duda de su pedigree democrático son confesionales: Inglaterra, Alemania (biconfesional), Suecia, Dinamarca, Grecia. Es sólo un dato, incluso la laica Francia no lo es tanto, cuando se elige Presidente de la República se celebra, así lo tengo entendido, con un Te Deum en la Catedral de París.

JOSÉ MORALES MARTÍN