Cazadores

07 jun 2017 / 10:37 H.

En cierto modo la esencia que define la infancia de otro tiempo, como el recuerdo imborrable de aquella ilusión por despertar antes del amanecer, con la intensa emoción que producía la espera del acecho, el silencio de un paisaje que hoy ya no existe, en los veranos de unos campos que todavía olían a cereal recién segado. Vigilando el cielo para descubrir el vuelo ágil y esbelto de las tórtolas en busca de un hilo de agua o la sombra de la encina solitaria. La tensión antes del disparo que se abre camino hacia el animal indefenso. Parecía cerrarse así la historia de una humanidad primitiva. Pero hoy ya no tienes ese instinto por apropiarte de la naturaleza. La racionalidad se ha impuesto sobre la expoliación de la belleza. La imagen de un animal en libertad no te produce la necesidad de perseguirlo y atraparlo, sino todo lo contrario. La sensación de que es mucho más emocionante saber que puede estar siempre ahí, si el cazador deja paso al hombre reconciliado al fin con la tierra.