El eterno problema del agua

20 jul 2018 / 08:19 H.

Está prohibido beber agua o cocinar en los hogares y fuentes públicas de El Condado. Son más de veinte mil vecinos de trece núcleos de población los afectados por un problema que se repite en el tiempo. La culpa la tiene una excesiva concentración de los límites permitidos de trihalometanos, que hace que el líquido elemental para vivir no sea potable. Hace una semana que la Junta de Andalucía decretó una alerta que los alcaldes se encargaron de hacerla extensible a los ciudadanos a través de bandos municipales. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir empezó, desde el primer día, a atajar de forma urgente la cuestión y, aunque la “tirita” ya está puesta en la herida, lo cierto es que hace falta una operación mucho más profunda para erradicar la contaminación que tanto preocupa. La comarca parece condenada a asociar agua con problemas. Ya sea por el calvario crónico de la falta de suministro o, como sucede ahora, el caso es que los municipios de El Condado parecen abocados a convivir con los camiones cisterna en sus calles y plazas, igual que sucede desde hace una veintena de años por culpa por las averías de la red. Además, se magnifican los inconvenientes en verano, justo cuando los pueblos y ciudades se multiplican en población, bien por el regreso de quienes residen fuera por asuntos laborales o bien por el turismo rural. Ahora bien, hay que tener en cuenta que siempre es mejor prevenir que curar y, en este sentido, este caso demuestra que los análisis funcionan gracias a la detección a tiempo de la alta concentración del producto químico. Corresponde acelerar, de una vez por todas, esas obras que llevan años de retraso y que los vecinos necesitan para su tranquilidad.