Una Diada más sectaria

13 sep 2017 / 10:51 H.

La Diada se convirtió, un año más, en el mejor termómetro del independentismo catalán, si se tiene en cuenta el contexto con una convocatoria ilegal de referéndum en el horizonte, quizá haya sido la más reivindicativa, aunque no la que ha congregado a más personas. Un dato que tendrán que evaluar los convocantes, una vez pase el efecto liberador de la propia fiesta independentista. Si el independentismo ha tocado techo en la calle quizá también lo haya hecho en los resultados electorales, se puede entender así la premura en dinamitar cualquier atisbo de cauce democrático para sus aspiraciones y ser independientes cuanto antes, aunque para ello sea necesario obviar el sentir de más de la mitad de la población de la comunidad o pisotear los derechos democráticos de los partidos representandos en el Parlament. En el entorno más favorable para el sentir independentista, con un Ejecutivo volcado en este único punto como acción de gobierno, con un Parlament saltándose procedimientos legales y con los activistas de la CUP llamando a tomar las calles, quizá la botella no esté tan medio llena. La mayoría silenciosa, que duda cabe, es mayor, pero conviene que también cobre valor y no solo a través del discurso de sus representantes políticos, sino también con un posicionamiento claro, con el riesgo que ello conlleva. Es evidente que ante la maquinaria gubernativa cualquier disidencia puede tener un coste social o laboral, pero es el momento de decir las cosas claras. Incluso quienes pueden apostar por una consulta para dar rienda democrática a este sentimiento independentista deben valorar si quieren que las cosas se hagan de forma tan antidemocrática. Los cauces legales son la mejor garantía.