Una dimisión obligada

15 sep 2018 / 11:20 H.

En solo cien días de Gobierno impulsó una medida tan importante como es la recuperación de la sanidad universal. Carmen Montón, ya exministra del equipo de Pedro Sánchez, demostró ser una buena gestora en lo público y, sin embargo, el esfuerzo quedó en papel mojado con el escándalo de las irregularidades de su máster. No tenía otra salida que la dimisión. El nivel de responsabilidad en política es tan alto que la lupa se queda corta como instrumento para analizar a quienes la protagonizan. El tan polémico y, a la vez, justificado cese de su actividad esconde, sin embargo, algo que exime de competencias al presidente y a quienes conforman su equipo. Corresponde a quienes llevan las riendas de la Universidad Rey Juan Carlos I, tanto de antes como de ahora, aclarar los motivos por los que la imagen de este centro de enseñanza está, cuanto menos, devaluada. Salvadas las distancias, porque cada caso tiene su peculiaridad, primero fue la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes, que se vio obligada a dimitir. Después, el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, cuya investigación se traslada al supremo. Y, por último, la exministra de Sanidad, Carmen Montón. La confrontación política está asegurada en un asunto convertido en la diana de las disputas entre quienes representan a este país. Sin embargo, es importante que la responsabilidad sea ejercida en toda regla tanto por los que gobiernan, como los que están en la oposición. Ni que decir tiene que el ejercicio de un cargo público tiene que llevar implícito el máximo nivel de ejemplaridad. Así lo exigen tanto la dignidad de las instituciones como el respeto a los ciudadanos que las sostienen debidamente con sus impuestos.