Una historia con final infeliz

19 sep 2018 / 11:55 H.

Era la crónica de una muerte anunciada y, aunque fue hace siete años y medio cuando se anunció la disolución, fue ayer el día en el que el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía autorizó a la Sociedad para la Promoción y Reconversión Económica de Andalucía, S. A., la extinción por liquidación de Santana Motor. La empresa comenzó a caminar en 1956 como fabricante de maquinaria agrícola y fue en 1961 cuando comenzó a inmiscuirse en el sector de los vehículos todoterreno de la mano de Land Rover. Fue esplendorosa su trayectoria hasta 1985, cuando la relación contractual de Santana con Suzuki expiró. La firma fue un emblema no solo para Linares, sino también para toda la provincia e, incluso, para España. La Ciudad de las Minas se convirtió en el centro de la producción automovilística nacional. Fueron años de bonanza para la economía linarense, que llegó a representar el empuje industrial de una tierra centrada en el monocultivo del olivar. La fábrica llegó a dar empleo a más de mil personas. Fue la Junta de Andalucía la que se hizo cargo con la compañía para intentar reflotarla con un socio industrial y más carga de trabajo. La Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía adquirió los terrenos de la firma y hubo intentos de negociación con otras empresas internacionales que, sin embargo, fracasaron. El Plan Linares Futuro nació, en 2011, también de la mano del Gobierno andaluz y con el consenso de los sindicatos, con el objetivo de solucionar los males empresariales de la zona y conseguir la presencia de fábricas de fibra óptica y centros tecnológicos de vanguardia. El camino no está del todo recorrido. Falta un respaldo conjunto que transformen el modelo productivo de Linares.