El género
humano

20 mar 2018 / 08:56 H.

Cuántas personas pasan a lo largo de nuestra vida pareciendo tener una intención honesta, sincera y leal, figurando que sus intenciones son las de ayudarnos, querernos y, en definitiva, respetarnos. Sin embargo, el ir acumulando años y la experiencia de la vida nos enseña lo precavido que se ha de ser ante los demás. No podemos olvidar que el cinismo, es decir, la desvergüenza en el mentir, existe y, más aún, no se debe olvidar que la práctica de esta filosofía está más extendida de lo que parece. Valores hay en todos los sentidos y, los de los cínicos, valores son en definitiva. No obstante, la comprobación de esta práctica en las propias carnes le deja a uno tan dolorido y tan decepcionado que ya se tiene la lección aprendida, sino para toda la vida, para casi toda. Aún así, y por suerte, estas personas pasan por nuestro camino y en un momento determinado, desaparecen. Quizá porque su interés personal está ya cumplido. Pero la misma vida nos trae otras personas que te dan en la misma medida que te han quitado, que te respetan en lo que has sido ofendido y que te curan en lo que has sido herido. Esto es absolutamente cierto, necesariamente sanador y hace verdad que se ha de tener legítima confianza en el género humano.